06 Oct Vocación de servicio a los presos desde la Iglesia Inicio de curso del voluntariado de Pastoral Penitenciaria de Valencia
“Nadie puede cambiar de vida si no ve un horizonte”, decía el papa Francisco en un mensaje para capellanes de prisiones en el que pedía cárceles con ventanas. E iba más allá: llamaba a la Iglesia a acoger a los presos, tantas veces descartados. La Pastoral Penitenciaria y sus voluntarios recogen el guante con su compromiso y vocación de servicio.
La presencia de los voluntarios de la Pastoral Penitenciaria de nuestra diócesis de Valencia en los centros penitenciarios “es una gran ayuda para que los presos se sientan más valorados en su dignidad humana”. Así se expresaba el Arzobispo de Valencia hace unas semanas en su carta semanal, con motivo de la fiesta de la Virgen de la Merced, patrona de los reclusos. En ese texto también agradecía la labor que prestan estos voluntarios y destacaba que “la privación de libertad no justifica que los otros derechos de la persona sean vulnerados”.
Los voluntarios de Pastoral Penitenciaria deben ser “samaritanos del amor” para los presos, según se desprende de los materiales elaborados por la delegación de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal Española. “Jesús nos pide que seamos para ellos aceite y vino regeneradores de salud espiritual, de aliento de esperanza, de camino de libertad. Que llenemos el corazón de cada preso de la esencia más profunda de un hijo de Dios que tiene un corazón compasivo y misericordioso”, proponen desde la CEE.
Pero no es un voluntariado fácil. Lo sabe bien el responsable de la Pastoral Penitenciaria del Arzobispado de Valencia, Víctor Aguado, que subraya los pilares sobre los que se sustenta esta labor: “Hay que estar dispuesto a servir en un ámbito en el que se trabaja con personas humanas en situaciones muy complicadas”. Y hay que trasladarse fuera de Valencia -el centro penitenciario está en Picassent- y encerrarse con los presos “para después salir y continuar con nuestra vida intentando controlar toda esa carga emocional”.
Somos Iglesia
El equipo de la Pastoral Penitenciaria comienza un nuevo curso con siete capellanes -tres de ellos voluntarios- y un total de 65 personas que realizarán labores de voluntariado. Con ellos mantuvo un encuentro el director de la Pastoral la pasada semana en una primera reunión para “crear familia” y marcar los objetivos de esta nueva etapa.
“Dado el elevado nivel de talleres que tenemos en marcha, ahora necesitamos ser conscientes de nuestro papel en la diócesis, donde seguimos creciendo pero aún necesitamos más ayuda para seguir desarrollando nuestra labor”, indica Aguado.
En esta línea, es “fundamental” el trabajo de las parroquias “como el primer espacio donde encontrar personas con una sensibilidad especial e interés por el mundo penitenciario, que quizás puedan luego unirse a nosotros”.
Pero también hace un llamamiento a las parroquias para que sean “un lugar de acogida y acompañamiento para los privados de libertad y para sus familias, mientras están cumpliendo condena en la prisión pero también cuando salen de ella, con el apoyo de la Pastoral Penitenciaria en todo caso”, señala Aguado, quien hace hincapié en un mensaje: “Somos Iglesia y queremos que los voluntarios vengan de la Iglesia”.
Colaboración de las parroquias
Desde la Pastoral Penitenciaria “queremos destacar la colaboración desinteresada de varias parroquias de la diócesis como son la Asunción de Torrent, que acoge el ropero; Sagrado Corazón de Jesús, del barrio de Patraix, por sus aportaciones para calzado para los presos; San Vicente Mártir, de la pedanía de Benimàmet, por su calendario de oración y donativo mensual; y Santa María del Mar, y su punto de orientación penitenciaria”.
También cuentan con la ayuda económica del Altar Playa de San Vicente Ferrer, el apoyo de Koopera con donación de ropa y de Cáritas Diocesana con el peculio -aportación económica- así como la colaboración, en materia de concienciación, de la Universidad Católica de Valencia, la Escuela de Negocios ESIC Valencia y la Fundación de la Comunidad Valenciana Estudio y Cultura (ESYCU), al igual que las parroquias valencianas de La Torre y de Benetússer.
“Vivo para servir y si puedo hacerlo en esta Pastoral, ésa será mi misión”
Ángela Sáiz, valenciana de 30 años, siempre ha tenido clara su vocación de “trabajar con personas en situación penitenciaria” y no duda al afirmar que “tengo muy claro que vivo para servir y ayudar a quien me encuentre en el camino, y si puedo hacerlo en la Pastoral Penitenciaria, ésa será mi misión”.
Estudió Educación Social e Integración Social, y a eso quiere dedicarse, aunque en la actualidad trabaja en una empresa familiar, relacionada con el mundo del cine, labor que compagina con la preparación de oposiciones para ser funcionaria de prisiones.
“Aunque ya he tenido experiencia de voluntariado en el ámbito penitenciario con otra entidad -actividades de entretenimiento para personas presas- me habían hablado muy bien de la Pastoral Penitenciaria y estoy muy ilusionada y con ganas de empezar a trabajar con ellos”, explica Ángela, que destaca que le gustaría, en este voluntariado, “profundizar más en el tema de valores”. También ayudará en los talleres relacionados con el cine y el mundo audiovisual, aprovechando los recursos que ha puesto a disposición de la Pastoral Penitenciaria.
“Este voluntariado es la mejor forma de llegar a Jesús dándome a los demás”
Sandra Tatay, con sólo 21 años, ha decidido embarcarse en la difícil tarea del voluntariado de prisiones por primera vez. Según Víctor Aguado, la vocación de servicio de esta joven de Alfafar, que estudia Estilismo de Moda y trabaja en la moda, es “espectacular”.
La inquietud por dedicar parte de su tiempo al voluntariado nació en Sandra el año pasado “pero no encontré ninguno que reflejara la forma en la que yo quería servir hasta que descubrí la Pastoral Penitenciaria: es lo que yo estaba buscando”, comenta. Tras pasar una temporada “de búsqueda personal en la que me apoyé mucho en Jesús y varios retiros espirituales” por fin lo vio claro. Y para ella este voluntariado “es la forma de estar con Él dándome a los demás”.
Conoció la existencia de la Pastoral Penitenciaria en su parroquia de Alfafar, gracias al testimonio de un voluntario de prisiones que contó su experiencia, algo que a ella le llamó mucho la atención, y a través de su párroco se puso en contacto con la Pastoral. Ahora ya forma parte del equipo de voluntarios que ya ha comenzado el nuevo curso al servicio de las personas privadas de libertad.