Vacaciones, ¿en familia? Cómo evitar que sea un tiempo de conflicto al pasar más tiempo juntos y cómo hacer para que no sean unas vacaciones tensas e intranquilas.

Vacaciones, ¿en familia? Cómo evitar que sea un tiempo de conflicto al pasar más tiempo juntos y cómo hacer para que no sean unas vacaciones tensas e intranquilas.

Nunca hemos concebido pasar esta época sin tener claro cómo hacerlo. A pesar de tener que estar trabajando, hemos priorizado nuestro núcleo familiar para que sea un tiempo de descanso responsablemente disfrutado.

Buceando en Internet para fundamentar lo que tenemos entre manos, nos hemos encontrado con distintos artículos que simplemente nos hablan de “lo mismo” durante esta época estival: número de divorcios, cómo conciliar las vacaciones en caso de separación o divorcio, conflictos familiares, etc.

¿Y los que queremos tener la oportunidad de vivir nuestra relación intensamente?, ¿y desde el punto de vista de fe y matrimonio cristiano en su cotidianidad? ¡NADA!

Es una lástima que la sociedad actual haya perdido los valores de la familia, pero queremos lanzar unas ideas en este tiempo estival para los que sí apostamos por ella.

Tanto si salimos fuera como si no, es fundamental que sepamos lo que queremos hacer en familia en vacaciones. Desde cosas simples y sencillas, a algunas más elaboradas. En familia podemos:

  • Cocinar juntos aprovechando los alimentos veraniegos enseñará a los más pequeños el valor de tener los alimentos en la mesa durante el curso.
  • Otra idea puede ser tener juegos de mesa para divertirnos por la tarde o por la noche, esta actividad creará complicidad entre la familia y puede servir para que TODOS aprendamos a ganar y perder como enseñanza de vida.
  • También podríamos realizar excursiones juntos, caminar a lugares cercanos. Esos momentos vividos intensamente nos dará ese plus de complicidad al planificar las actividades.
  • ¡Ah, no olvidemos estar sin móvil ni televisión!, menos mal que ya acabó la Eurocopa y el tenis en Wimbledon. Así ya no hay pretextos para encender el televisor, pero… ¡vaya, vienen las Olimpiadas!, pues podemos programarlas en común y con sentido.
  • Algo que consideramos fundamental es tener libros de referencia para cada uno y dedicar un rato por las tardes a leer. Además, siempre procurar que en la planificación se involucren TODOS, hijos incluidos, y darle prioridad cada vez a lo que ellos han propuesto.
  • Hacer rutas con bicicletas es una actividad divertida y aventurera para los niños. Pasear y disfrutar de los distintos caminos a descubrir que nos ofrezcan los sitios en los que veraneemos.

Sabemos que a veces es complicada la convivencia porque al pasar más tiempo juntos, pueden saltar las chispas, pero si desde el principio se deja claro que este tiempo es para disfrutarlo todos, estaremos mostrando a nuestros hijos a saberse responsables del bienestar en el hogar también. Todos en casa sumamos y aportamos lo mejor que tenemos. Qué mejor que sean palabras dulces y tratarnos con cariño para que la convivencia sea buena.

En verano podemos acoger a familiares, abuelos, nietos si los tenemos y, nos proponemos tratar a cada uno con la delicadeza y la grandeza que son para nosotros, porque son nuestra familia. Disfrutar de tiempo compartido, detalles especiales, ir a pescar con el abuelo, tardes de contar historias y anécdotas, jugar con los nietos, pero, sobre todo: reír, reír mucho y disfrutar con alegría cada momento que es único. Lo mismo cuando vienen amigos a casa.

En el matrimonio debemos conservar el espíritu que nos ha unido y por lo tanto es indispensable que el diálogo se mantenga cada día. No solamente hablar de lo cotidiano, sino el diálogo en profundidad en el que ambos expresamos lo que sentimos y lo que podríamos hacer el uno por el otro cada día. ¿Cada día? Sí, porque el amor se renueva diariamente y si no hay capacidad de diálogo, algo está fallando en la relación.

El matrimonio debe conservar sus momentos de intimidad y ternura a pesar de estar todos en la misma casa, porque si no la cultivamos, se va perdiendo nuestro ser cariñoso, ser detallista y ese saber “apostar porque tú seas mi persona especial diariamente”. Ya dijimos antes que el amor se renueva todos los días.

Aparte de hacerlo en familia, es necesario que en el matrimonio sepamos “orar juntos” porque es la única manera de mantener ese vínculo con el Señor y darle el sentido de trascendencia a la relación. No solo hablamos de rezo programados sino de diálogos en pareja con Dios al ver una puesta de sol, al adentrarse en la frondosidad de un bosque, al disfrutar juntos de un baño en el mar… Hay infinidad de maneras de disfrutar de una oración juntos intensa y profunda.

Y, por supuesto, planificar el diálogo con los hijos. Que aprendan a compartir sentimientos en familia, no hay nada más bonito que nuestros hijos nos compartan lo que sienten, eso les hará personas más fuertes y capaces de mostrar lo que son. Aprenderán a madurar en ese sentido porque somos quienes les vamos transmitiendo el SER Iglesia Doméstica. Recordemos que nadie nos enseña a amar mejor que nuestra propia familia: la familia es escuela de amor y de oración. Dialogar juntos, orar juntos: generar vivencias para toda la vida.

Por último, esos momentos especiales que hemos compartido nos deben llevar al culmen y a la razón de SER como familia: participar de la Eucaristía. Sí, esa es nuestra celebración conjunta, ese es nuestro regalo en común, participar del Cuerpo y la Sangre de Cristo y sabernos parte de la Iglesia. La Comunión nos acerca a Dios y da sentido a nuestro ser familia cristiana. En vacaciones, celebrar las fiestas de la Virgen también nos hace crecer, siendo un momento maravilloso para aprender de las virtudes de María.

Tengamos un propósito para este verano: ¡generar vivencias y recuerdos felices en familia para toda la vida con Dios en el centro!

Para que no se acaben las ideas y los recursos, remitimos al apartado “VITAMINAS PARA DOS” de la App gratuita MatrimONio” (pincha aquí).

¡Feliz Verano!

 Carlos y Chelo Marroquín Sanz

Delegados In Solidum de la Pastoral Familiar de la Archidiócesis de Valencia.

Compartimos el artículo publicado en la revista ‘Paraula’.