16 Ene TESTIGOS DE LA ESPERANZA Resumen de la Carta Pastoral del Arzobispo de Valencia. Mons. D. Enrique Benavent Vidal
Cuando miramos la realidad del mundo en el que vivimos, descubrimos que no siempre es fácil mantener la esperanza. Después de más de dos mil años del nacimiento de Cristo parece que no ha cambiado nada: las guerras, las injusticias, las desigualdades sociales y la pobreza, los atentados contra la vida y la dignidad de los seres humanos, los comportamientos que convierten a las personas en objetos que se pueden comprar o vender, la falta de libertad en tantos lugares de nuestro mundo, las enfermedades y el sufrimiento, las catástrofes naturales, que continúan provocando víctimas mortales y nos hacen caer en la cuenta de nuestra fragilidad, y muchos otros signos de muerte continúan entre nosotros. La celebración del Jubileo del 2025 constituye una invitación a profundizar en la misión de caminar con toda la familia humana hacia el Reino de Dios, una peregrinación que testimonie la razón de nuestra esperanza.
Las personas que no tienen ninguna meta que les ilusione, difícilmente pueden dar un sentido a sus vidas. La confesión de fe en la resurrección de la carne y la Vida Eterna da sentido a nuestra fe y a toda nuestra vida, si no, el ser humano estaría abocado al absurdo; cada esperanza acabaría en decepción; el mal nunca sería vencido; la muerte tendría la última palabra. Las esperanzas se iluminan en la perspectiva de la Vida Eterna. Es ahí donde el ser humano encontrará la felicidad que es su vocación más profunda.
En una cultura que nos dificulta vivir desde este horizonte abierto a la eternidad, bien porque fomentan los deseos y actitudes egoístas que absolutizan este mundo, o bien porque proponen ideales cerrados a la trascendencia, la celebración del Jubileo debe ser una ocasión para proclamar nuestra fe en Cristo muerto y resucitado, y anunciar a todos la meta de nuestra esperanza, que no es otra que la Vida Eterna.
Os quiero invitar a intensificar la celebración del sacramento de la Penitencia. A quienes han abandonado la práctica les quiero invitar a volver a él, a quienes lo viven de forma rutinaria les animo a profundizar en su significado. Soy consciente de que la mediación eclesial en la recepción del perdón es para muchos una dificultad, cuando en realidad debería ser una ayuda para una auténtica reconciliación. Invito a los sacerdotes a que ayuden a descubrir la puerta por la que se accede al amor de Dios y nunca una barrera que cierre a ese amor.
«Soy consciente de que la mediación eclesial en la recepción del perdón es para muchos una dificultad, cuando debería ser ayuda para una auténtica reconciliación, nunca una barrera al amor de Dios»
«Dificulta vivir un horizonte abierto a la eternidad con actitudes egoístas que absolutizan este mundo o proponen ideales cerrados a la trascendencia»
Os invito a que dediquéis algunos días de retiro o ejercicios espirituales para vivir caminos de conversión interior. En las parroquias o arciprestazgos, desde la tarde del viernes hasta la del sábado anteriores al cuarto domingo de Cuaresma se celebren las 24 Horas para el Señor. Quienes participen podrán lucrar la indulgencia jubilar si celebran el sacramento de la Penitencia, reciben la Sagrada Eucaristía y oran por las intenciones del Papa.
El signo de la verdadera reconciliación con Dios es ser instrumentos de paz en nuestro mundo. El perdón en nuestras relaciones interpersonales y sociales nos abre a romper las dinámicas del odio, la ira y la venganza, y reorientarlo a la fraternidad.
No podemos olvidar que muchas personas, humanamente hablando, cuyos derechos son violados, no tienen razones para vivir con esperanza: homicidios, genocidios, aborto, eutanasia, suicidio asistido; torturas físicas o morales; víctimas de deportaciones, detenciones arbitrarias, prostitución, de nuestro sistema económico, las consecuencias de la ideología de género, de abusos sexuales, mujeres que sufren violencia, etc. Los cristianos estamos llamados a ofrecer signos de esperanza. En las inundaciones que hemos sufrido, nunca olvidaremos un ejército inmenso de voluntarios que nos han enseñado lo que significa sembrar esperanza en el corazón de quienes viven situaciones de sufrimiento.
El papa Francisco dirige su pensamiento de un modo especial a los presos, que viven con la sensación de que nadie les quiere. Que estén en nuestra oración; que las autoridades adopten iniciativas que les ayuden a recuperar la confianza en sí mismos. Pido a la pastoral penitenciaria que presos y sus familias lleguen a sentir la cercanía amorosa y liberadora de la Iglesia que no deja de acompañarles en su sufrimiento.
«Los cristianos estamos llamados a luchar para que se creen condiciones sociales y un marco legislativo para que los jóvenes no vean la natalidad desde el temor»
«El perdón en nuestras relaciones interpersonales y sociales nos abre a romper las dinámicas del odio, la ira, la venganza y reorientarlo a la fraternidad»
La celebración del Año Jubilar es una llamada para que creyentes y no creyentes nos unamos para erradicar definitivamente las guerras. Los cristianos estamos llamados a luchar para que se creen condiciones sociales y un marco legislativo que valore la vida y favorezca la natalidad, de modo que los jóvenes no vivan la transmisión de la vida desde el temor ante el futuro y como una amenaza, sino como fruto de la fecundidad de su amor.
Cuando alguien vive una peregrinación, ayuda al crecimiento espiritual si se vive desde el corazón: redescubriendo el valor del silencio, del esfuerzo y de lo esencial en la vida. Vivimos en la certeza de que el Reino de Dios es una realidad indestructible que da sentido a toda la historia humana. Nuestro caminar juntos es lo que como Iglesia queremos ser: no un conjunto de individuos aislados sino un Pueblo llamado a vivir en comunión con el deseo de que las diferencias no se convertirán en divisiones si juntos escuchamos la Palabra de Dios.
En nuestra peregrinación los cristianos somos invitados a aprender de María «que la esperanza no es un fútil optimismo, sino un don de gracia en el realismo de la vida». Sigamos su modelo, el ejemplo de su vida para llegar con Ella a la consumación de nuestra esperanza.
Pidamos que la Iglesia, transformada por la Gracia de Dios, pueda mostrar con más claridad el rostro de Cristo a todos los hombres. En comunión con toda la Iglesia, que sea un acontecimiento de gracia para cada uno y para nuestra diócesis. Sin caer en la autosatisfacción por las obras buenas que podamos realizar, personal o comunitariamente, durante esta celebración jubilar.
ORIENTACIONES DEL JUBILEO EN NUESTRA DIÓCESIS
Invito a las parroquias, comunidades religiosas, movimientos y asociaciones de fieles a participar, dando testimonio de comunión con el Santo Padre y con la Iglesia extendida por todo el mundo
Que las iglesias jubilares sean lugares de acogida tanto para los creyentes como para quienes se acercan a ellas llevados por otras motivaciones. Exhorto a los responsables a que acojan a los peregrinos con un horario claro de apertura de los templos y de celebración del sacramento de la Penitencia.
A lo largo del año, las vicarías y sectores de la pastoral de la diócesis tendrán su propia peregrinación jubilar a la Catedral. La clausura se celebrará el 28 de diciembre de 2025.
«Se apoyarán acciones diocesanas: comedores sociales, casas de acogida, refugiados, pastoral penitenciaria y refuerzo educativo dirigido a niños y jóvenes en peligro de exclusión»
Exhorto a los que trabajan en la pastoral de los enfermos a invitarles a unirse ofreciendo sus dificultades de la vida. Los equipos de pastoral penitenciaria promuevan también la celebración en las cárceles, que la puerta de su celda, será como una puerta santa.
El gesto de compartir los bienes se dedicará a apoyar acciones de misericordia: comedores sociales, casas de acogida, refugiados, pastoral penitenciaria y refuerzo educativo dirigidos a niños y jóvenes en peligro de exclusión social. Os animo también a que no se limiten a una limosna material y a que intentemos acercarnos con obras de misericordia corporales o espirituales.
Quien visite a los hermanos que se encuentran en dificultad habrán hecho una peregrinación jubilar. Y los que con ánimo devoto participan en misiones populares, ejercicios espirituales, encuentros de formación sobre el Concilio Vaticano II y el Catecismo, en las parroquias u otros lugares adecuados.
Deseo que estas iniciativas sean acogidas por todos vosotros, y que la celebración del Jubileo de la Esperanza sea un acontecimiento de gracia para todos nosotros y una fuente de renovación para nuestra diócesis de Valencia.
CARTA PASTORAL JUBILEO 2025 ARZOBISPO DE VALENCIA- CASTELLANO
CARTA PASTORAL JUBILEO 2025 ARZOBISPO DE VALENCIA- VALENCIANO