09 Oct Santo Tomás de Villanueva: modelo de Caridad José Luis Sánchez, Vicario de Cultura y Relaciones Institucionales
Este pasado domingo el Papa Francisco ha dedicado, por primera vez, toda la reflexión previa del Ángelus a la guerra en Ucrania, hecho que refleja su preocupación sobre “esta terrible e inconcebible herida de la humanidad”, que “sigue sangrando cada vez más” y corre el riesgo de agrandarse y llevar al mundo a enfrentarse a la amenaza atómica . El Papa viene recordando también el resto de conflictos activos en el mundo y denunciando que “la guerra es esencialmente una falta de diálogo”.
El lunes 10 de octubre celebraremos la festividad de Santo Tomás de Villanueva. El profundo sentido de la caridad que vivía el santo sin duda alguna le hubiera llevado en nuestros días a poner todos los medios para brindar la ayuda necesaria a aquellos que sufren estos conflictos: acogida y cuidado, no solo material sino también espiritual. La red de asistencia que creó en su tiempo así lo atestigua. Una red que contaba con un equipo de colaboradores y con un método concreto de trabajo, que pasaba por la escucha, el contraste de la información, la oración, la evaluación de necesidades presentes y futuras y, por último, la distribución eficaz de la ayuda. Un modelo totalmente válido a día de hoy.
No es fácil la solución a la guerra de Ucrania. Expertos mundiales son muy prudentes en los análisis y comunicaciones que realizan. Son muchas las dimensiones del problema que hay que cuidar para la búsqueda de soluciones, de manera especial que el conflicto no vaya a más y no se globalice, y, sobre todo, el terrible riesgo de las armas nucleares. Por ello nuestra oración y nuestra ayuda humanitaria con Ucrania, pueblo invadido con el que está toda la legalidad internacional. También nuestra unidad con todos y cada uno de los que han sufrido y sufren esta barbarie. Muchos, quizás, que tampoco lo desean, están donde no quisieran.
El Papa Francisco nos habla frecuentemente de las nuevas pobrezas y esclavitudes que vivimos en nuestros días: el trabajo forzado, la prostitución, el tráfico de órganos, el comercio de la droga, la criminalidad organizada… Y pone en primer plano la obligación urgente de todos en solucionar las necesidades de aquellos que viven en las «periferias existenciales»: “La exclusión económica y social es una negación total de la fraternidad humana y un gravísimo atentado a los derechos humanos y al ambiente. Los más pobres son los que más sufren estos atentados por un triple grave motivo: son descartados por la sociedad, son al mismo tiempo obligados a vivir del descarte y deben injustamente sufrir las consecuencias del abuso del ambiente. Estos fenómenos conforman la hoy tan difundida e inconscientemente consolidada «cultura del descarte»” .
Santo Tomás de Villanueva de nuevo buscaría soluciones como lo hizo en la Valencia de su tiempo. La Pontificia Academia de las Ciencias celebró un congreso sobre las nuevas pobrezas, y puso luz a estas periferias, donde las personas no pueden ni deben sufrir esta criminalidad organizada, que hace no solo que su dignidad no se respete, sino que llegan incluso a perder la vida. Necesitamos que puedan salir de este oprobio y experimentar que son queridos y respetados.
Santo Tomás de Villanueva decía que la limosna no solo es dar, sino sacar de la necesidad al que la padece y librarle de ella en cuanto fuera posible. Y no se quedaba en la dimensión socioeconómica del problema, sino que, una vez atendida esta, se adentraba en la dimensión espiritual de la persona, ya que era consciente de que la verdadera vulnerabilidad humana, el origen de todos los males que sufrimos, radica en el alejamiento de Dios.
El pasado 4 de octubre, festividad de San Francisco de Asís, terminó el Tiempo de la Creación 2022, periodo dedicado a la acción y la oración por el cuidado de la casa común. No debemos olvidar que en el centro de la «ecología integral» que promueve el Papa Francisco está la persona. Es al ser humano al que hay que cuidar y proteger por encima de todo, sin descuidar, o más bien, cuidando, y con gran dedicación, el resto de lo creado.
Ahora bien, el hombre tiene sostenibilidad cuando es perdurable, según este mismo concepto. Por ello redescubrimos que de la nada, nada surge, y solo puede crear algo de la nada Dios. La creación es aceptada como teoría válida cuando descubrimos que se ha puesto en la existencia lo que antes no estaba. El universo no ha salido de la nada, sino que ha sido creado en la nada. Y esto solo lo puede hacer Dios.
Las leyes de la naturaleza que se han descubierto y se descubren nos muestran que alguien las ha dejado en nuestro camino para ser descubiertas e investigadas, pues lo que no es inteligido no es inteligente, lo que no ha sido pensado no puede ser investigado.
Tal y como nos recordaba el padre Carreira, aquello que comienza a existir tiene que recibir la existencia de otro, porque lo que no existe no puede darse la existencia a sí mismo, es necesario un creador, no material que no está tampoco sujeto a las leyes de la física ni del tiempo que puede con potencia infinita hacer que donde no hay nada haya algo.
Julián Marías también reflexionaba sobre el concepto de creación: “Creación quiere decir que el Creador pone en la existencia realidades distintas de Él y que no hay una materia prima o una realidad ya existente que se confecciona, que se fabrica, ni es producción de la misma realidad”.
Santo Tomás de Villanueva en su tiempo se preocupó de que las personas se acercaran a Dios. En este momento emprendería un diálogo fe-cultura para poder explicar todas las dudas e interrogantes que aparecen desde el relativismo y la secularización actual.
Su prioridad fueron los pobres, los necesitados, los despreciados por la sociedad. Dejó un testimonio de caridad que sigue resonando en nuestros días. Que en esta festividad del santo todos sigamos su ejemplo, escuchemos al prójimo, al vulnerable, entendamos su necesidad, oremos por él, trabajemos para brindarle ayuda, sin olvidar también que muchos, “aún sin saberlo” , están esperando respuestas a sus interrogantes de sentido: ¿quién soy yo? y ¿qué va a ser de mí? El evangelio nos muestra la respuesta: “El que cree en mí tiene vida eterna” (Jn 6, 47).