04 Nov Reclaman investigación en el acompañamiento al duelo, ante los miles de familias españolas que atraviesan solas la pérdida de un hijo Universidad Católica de Valencia
- Hoy existe “mucha heterogeneidad terapéutica” y en los últimos años no se ha publicado “casi ninguna intervención con padres que pasen por esta situación”
- La terapia grupal “disminuye los estados de depresión y aumenta el bienestar»
- Asociación Renacer: «La pérdida de hijos es la experiencia más cercana a la propia muerte»
Expertos de la Universidad Católica de Valencia (UCV) y de la asociación Renacer han abogado en una jornada de la Facultad de Psicología por el desarrollo en España de investigaciones sobre el acompañamiento de padres que han sufrido la pérdida de un hijo, dado el limitado número de estudios acerca de esta problemática. Este vacío en la literatura científica y en la práctica terapéutica se traduce en miles de familias expuestas “al desarrollo de procesos de duelo complicados, de sentimientos de abandono y desprotección en una de las situaciones más trágicas que puede vivir una persona”, apunta la psicóloga de la UCV, Lucía Pelacho.
“Por poner un ejemplo, la media de niños menores de un año fallecidos en 2020 por cada mil nacimientos fue de 2,66. Si ampliamos la muestra de población a niños más mayores, el resultado nos hace ver la dimensión del problema. Sin embargo, en los últimos años no se ha publicado ninguna intervención en España con padres que pasen por esta situación”, expone Pelacho.
La investigadora de la UCV ha lamentado, en ese sentido, que no existan “líneas de intervención propiamente establecidas para el acompañamiento de los padres”, lo que, unido al “tabú que existe en la sociedad en relación a la muerte de un hijo, suma mucho dolor”. Su propuesta es la de “propiciar intervenciones que, tanto a nivel práctico como estadístico, permitan observar qué funciona y qué no funciona, porque actualmente existe mucha heterogeneidad terapéutica”.
“Como investigadores y como psicólogos tenemos que empezar a trabajar en este ámbito para asegurarnos de que acompañamos como es debido a este colectivo, y sumar esfuerzos en abordajes de estos pacientes basados en la evidencia científica”, asevera.
El grupo disminuye los estados de depresión y aumenta el bienestar
Según explica Pelacho, está ampliamente aceptado entre los expertos que el “acompañamiento grupal” funciona: “Se están viendo los beneficios terapéuticos de que los padres tengan un lugar donde conversar con otras personas en la misma situación. Hablar de su pérdida en ese contexto es distinto a hacerlo con quienes no han pasado por la muerte de un hijo”.
“Dado que en la cultura actual la muerte filial es antinatural, muchas veces sucede que estas familias no solo tienen que lidiar con su proceso de ausencia y de duelo, sino con un entorno social que no está preparado para hacer frente a la muerte. Compartir su experiencia con iguales disminuye los estados de depresión y aumenta el bienestar”, señala.
La apuesta terapéutica de esta investigadora está basada en la idea de “sentido” impulsada por el renombrado neurólogo y psiquiatra Viktor Frankl, que subraya la “capacidad única” del ser humano para encontrar sentido “incluso en las experiencias vitales más duras”. Partiendo de ese principio se considera el duelo como una “crisis existencial” que, dependiendo del modo de enfrentarla, “da la oportunidad de crecer y construir una vida digna de ser vivida o, por el contrario, de sentir un vacío irresoluble”.
Según ha expuesto en su conferencia, las principales estrategias de intervención de esta terapia incluyen los ejercicios de gratitud, “que pretenden que las personas sean conscientes de las cosas buenas que normalmente dan por sentadas o ignoran”. Con ello, la técnica consigue centrar la atención en los aspectos positivos de la vida y hacer que los pacientes experimenten un mayor bienestar.
Otras intervenciones son la cognitivo-conductual, “que es capaz de reducir considerablemente los efectos negativos del duelo” y la terapia de grupo, que, “además de ser eficaz y reducir los niveles de depresión, proporciona a los padres un apoyo emocional crucial”.
“La pérdida de hijos es la experiencia más cercana a la propia muerte que puede tener una persona”
Las jornadas han contado con Carmen Guille y Pilar Ríos, de la asociación Renacer, un grupo de ayuda para padres que han perdido a sus hijos. Ambas han pretendido dar esperanza y un mensaje claro: el amor por los hijos -que no solo no acaba con la muerte, sino que aumenta tras ella- puede trascender el dolor para ayudar a los demás.
“La pérdida de hijos es la experiencia más cercana a la propia muerte que puede tener una persona”, han reconocido. Ante este desafío, hace tres décadas nació la asociación, basada en la intuición moral de un matrimonio que pasó por esta experiencia y, a partir de allí, el crecimiento en el mundo de estos grupos de trabajo ha sido exponencial.
Así, Renacer “se nutre de las vivencias y experiencias de los padres y madres que asisten a los grupos. Con el apoyo de la logoterapia, y tal y como decía Viktor Frankl, frente a todo aquello que no podemos cambiar, poseemos la libertad de decidir cómo enfrentamos aquello que nos ha sucedido. Así rescatamos el amor a nuestros hijos que hijas, que no desaparece con su muerte. No se trata de juntarnos para llorar, lo hacemos para aprender a seguir viviendo en plenitud a pesar de la ausencia física de quienes amamos”, han asegurado.
En Valencia comenzaron a reunirse en el año 2017. Desde entonces, “hemos corroborado que la ayuda mutua es un buen sistema de acompañamiento para padres y madres que han perdido hijos. El apoyo, la comprensión, la conversación y el abrazo, demuestran una vez más que el amor cura. Hay una forma de afrontar el dolor y es convirtiendo la propia vida en un homenaje a los hijos e hijas fallecidos. Convirtiéndolos no en nuestros verdugos, sino en nuestros maestros. Consideramos que Renacer es una forma de afrontar la muerte y por eso queremos darnos a conocer”, han concluido.