24 Mar “Para aumentar la natalidad se necesita un marco cultural que valore a las familias y a los hijos” Entrevista a Raúl Sánchez Flores, secretario general de la Confederación Europea de Familias Numerosas (ELFAC)
Los datos de natalidad en España son bastante negativos. Según la oficina europea de estadística, Eurostat, España es el segundo país con la tasa de fertilidad más baja de Europa, con solamente 1,19 nacimientos por mujer. Si miramos los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2022 se ha registrado la peor cifra (329.812 nacimientos) desde que se comenzó a medir en 1941. Los datos constatan la tendencia a la baja en los últimos años. Raúl Sánchez Flores, secretario general de la Confederación Europea de Familias Numerosas y experto en temas de natalidad, que participa en la Semana por la Vida organizada en Valencia, nos da algunas claves.
– La situación actual de España es muy grave, ya que se trata de un país que lleva más de cuarenta años por debajo de la tasa necesaria de nacimientos para que pueda haber un reemplazo de generaciones, con 1,2 – 1,3 hijos de media por mujer, cuando la tasa necesaria es de 2,1. Como todo nuestro sistema de bienestar se basa en el reemplazo de unas generaciones por otras, son pu- ras matemáticas darnos cuenta de las terribles consecuencias de este ‘vacío’ de nacimientos a los largo de los años, cuyos efectos son lentos, pero imparables.
Se nos hunde el país, y su futuro -cierran guarderías y escuelas por falta de alumnos, faltan trabajadores, nos faltan cotizantes para mantener pensiones, sanidad, atender el mayor envejecimiento y la dependencia, etc.-, y lo más triste es que parece que nadie quiere darse cuenta y poner remedio. Protestamos cuando llegan esos efectos, sí, pero nadie hace realmente nada para intentar soluciones.
-¿Qué medidas se deben de tomar respecto a la natalidad? ¿Las políticas familiares son suficientes? ¿Qué más haría falta?
– Según la experiencia en muchos países que sufren este invierno demográfico, que ya es un fenómeno global, hay medidas que se pueden tomar, que se resumen en prestaciones económicas directas por hijo, desgravaciones fiscales, apoyo para la vivienda y buenos servicios de conciliación.
Pero según los expertos, no acaban de dar resultado si no van además acompañadas de un marco cultural que valore las familias y los hijos como algo positivo, y que se esfuerce por construir un entorno ‘amigable’ para las familias. Un ejemplo, cuando en Francia, que es líder de natalidad en Europa, se tiene un tercer hijo, todo son felicitaciones, e incluso reciben una ‘medalla’ simbólica del alcalde, y una vez al año la entrega el primer ministro en El Elíseo. En la empresa un asesor les explica todas las medidas para conciliar, y en la ‘caja de prestaciones familiares’ les dan toda la información de las medidas de apoyo.
En España, cuando alguien nos llama a las asociaciones, nos dice que es- pera un tercer hijo, y le felicitamos, la reacción es ponerse a llorar: “sois los primeros en felicitarnos, en la empresa ya amenazan con echarme, la asisten- ta social me anima a abortar, nadie me informa en el ayuntamiento, y todo mi entorno nos pregunta si estamos locos, que cómo se nos ocurre tener más hijos”. Esa es la diferencia cultural a la que me refiero. Eso se consigue, en un primer paso, introduciendo la perspectiva de familia en el núcleo de todas las políticas públicas. Si se hace así, ¡cuántas cosas se harían de otro modo!
– Parece que se enfoquen las políticas familiares solo para el na- cimiento, pero quizás haya que apoyar a la familia en todo su recorrido. ¿Es así?
– Por supuesto, un cheque bebé por sí solo no sirve absolutamente de nada. Lo que hacen los modelos de éxito es, primero, hacer un plan o estrategia de apoyo a las familias a varios años vista. Y ese plan, trabajado escuchando a las familias y sus necesidades, contempla todo el ciclo de vida de la familia. ¿Alguien sabría encontrar ese plan en el gobierno español, o en las comunidades autónomas o ayuntamientos? Aquí muchos políticos piensan que dando algo de dinero por nacimiento o con tres o cuatro medidas fiscales, ya debería hacer que los nacimientos aumenten, cosa que es ridícula. Para comenzar, lo primero es facilitar que puedan acceder a una vivienda digna, sin esto es imposible que se animen a formar nuevos hogares. El acceso a la vivienda es hoy una de las grandes barreras para quienes desean tener hijos. Y luego, acompañarlos en todo el recorrido vital. Con una idea clara, que esos hijos son una de las mejores inversiones de futuro, y apoyar a las familias una de las mejores políticas sociales que existen.
– Además, de falta de ayudas y políticas, ¿se puede hablar de un cambio de mentalidad, quizás más egoísta o de que no haya necesidad de la familia?
– Sí claro, estamos en un modelo social que impide que se puedan tener los hijos deseados, porque se fomenta un modelo basado en un individualismo extremo, sin vínculos de dependencia, ni sociales ni personales, y enfocado casi solamente a producir económicamente, con una sociedad de consumo masivo que destaca el éxito y las riquezas materiales como señal del triunfo personal. Se deja de lado todo el campo de la afectividad, de las relaciones familiares, del dar sin pedir nada a cambio y sin valorar lo que tienes, que es lo propio de las familias. Y claro, como esa ‘felicidad’ material que nos ofrecen es efímera, en cuanto llegan las dificultades de cualquier tipo las personas, que cada vez más viven en soledad, se hunden. De ahí el crecimiento tan grande de los problemas de salud mental, de los suicidios. La persona humana no solo es un ser social, es primero y ante todo un ser familiar, porque la familia es el primer lugar de socialización. Cuando la familia desaparece, se fragiliza y se rompe, la persona se encuentra también ‘rota’ en cierta medida. Por eso, hemos de recuperar la familia como el mejor lugar para acoger la vida y sacarla adelante.
– ¿Por qué la familia es el futuro?
-Porque es el lugar natural en el que nacen y se desarrollan las personas, y por lo tanto, si queremos, primero, que esas personas, ese capital humano, que son ‘nuestro futuro’, puedan nacer, y luego, que crezcan de la mejor manera posible, hemos de poner todo nuestro empeño en fortalecer y dotar de recursos a las familias. Nadie lo hará mejor que ellas.
– ¿Qué opina de la reforma de las pensiones? ¿Esa es la solución?
Las pensiones son actualmente insostenibles, después de lo que le comenté de más de cuarenta años por debajo de la tasa de fecundidad necesaria para mantener el sistema. La inmigración masiva lo único que consigue es atrasar un poco el problema, tampoco mucho, porque le experiencia de países con mucha inmigración (como Francia o Alemania) es que las segundas generaciones, ya integradas, acaban teniendo el mismo número de hijos que los demás ciudadanos del país. Así que es un tema de matemáticas, el sistema de pensiones entrará en quiebra en breve. La soluciones que ahora se proponen, que son muy a corto plazo, se reducen a dos objetivo: alargar la edad de jubilación y/o disminuir el importe de las pensiones. ¿Cuál sería la mejor solución, a mi entender? Hacer una verdadera revolución de la familia, es decir, poner todo el esfuerzo en que quienes desean tener hijos, puedan hacerlo. Es un esfuerzo social y cultural importante, pero vale la pena porque nos estamos jugando nuestro futuro; un futuro que ahora nos lleva a un fuerte empobrecimiento social y económico. Si se consigue así que las tasas de fecundidad comiencen a crecer, y se mantengan de forma sos- tenida, entonces es posible planificar unas pensiones (y todo un sistema de bienestar), que ya sabríamos cuándo volverían a ser sostenibles.
– ¿Se apoya a las familias numerosas?
– En absoluto, ser familia numerosa hoy en España es una verdadera heroicidad. Tener más hijos es tener todo en contra. No solo no se les apoya, sino que se les penaliza por ese hecho, en casi todos los aspectos, fiscales, de vivienda, laboral, etc. Y esto como país debería avergonzarnos a todos. Porque esos hijos son nuestro mejor capital para el futuro. También para todos los que no los tienen. Por eso, apoyarlas es no solo un acto de justicia, sino de solidaridad social, en beneficio de todos.