17 Mar Los ninots del proyecto de la falla participativa de Sant Joan de Déu València sufren actos de vandalismo Elaborados por personas atendidas en Sant Joan de Déu València y la artista fallera Reyes Pe
A tan solo 16 horas de la Plantà de los ninots del proyecto “Violencia”, falla participativa de la orden de Sant Joan de Déu València, han sido objeto de actos de vandalismo y dos de ellos a la mañana siguiente de su colocación habían desaparecido.
Además, ha aparecido en redes sociales un vídeo donde se ve a un grupo de jóvenes cargar con uno de los ninots, llevárselo a una verbena próxima e incluso romperle la nariz. «Todo esto pone de manifiesto la propia vulnerabilidad de las personas que se encuentran en la calle, expuestas a la inseguridad y agresiones varias», según explican desde la entidad.
Este proyecto «nace de la necesidad de visibilizar y dar voz a las personas que han sufrido violencia y agresiones en una situación de sinhogarismo. La repercusión de enfrentar a la sociedad a una realidad incómoda se vio desde el primer momento en el que se estaban colocando los ninots».
Como destaca el fanzine que invita a conocer las situaciones que representan los ninots, «la vulnerabilidad social es violenta porque nos muestra como seres primitivos carentes de protección y seguridad”. La incomodidad que generó una pieza al ser colocada y que se ha normalizado como un emblema de las puertas de los supermercados, fue inmediata. Este ninot había desaparecido a la mañana siguiente.
«Dentro del proyecto, se tomaba en cuenta la Plantà y los días siguientes como parte del proceso artístico ya que desde su inicio se planteó como parte de un proceso vivo y cambiante. Ofrecía a la entidad y a las personas participantes la oportunidad de observar de forma activa la “Violencia” que esta propuesta podía suscitar».
La propuesta ofrece una clara invitación a la ciudadanía a recorrer de forma experiencial las diferentes violencias y ver qué interacciones surgían. La realidad ha superado las expectativas como afirma la artista fallera Reyes Pe: “sabíamos que esto podía suceder y es parte del proceso. Ha ocurrido antes de lo que esperábamos, la verdad. La realidad ha superado la ficción y nos sirve mucho para denunciar las violencias que atraviesan a las personas en calle. Eran ninots de paja, aunque han generado mucha incertidumbre sobre si eran reales o no… Y aun así, han sido violentados.”
Las personas que han participado en los talleres de creación de los ninots, ayer tenían la visita guiada a compañeros y compañeras de los recursos residenciales para explicar todo el proyecto. Al ver lo que había sucedido con su obra se mostraban indignados: “Sí esto lo hacen con muñecos, que no harán con las personas” dice David, participante en los talleres.
Un efectivo de la Policía Nacional se desplazó hasta la zona y habló con la persona responsable de Sant Joan de Déu para que se quitaran los ninots de los diferentes emplazamientos ya que habían recibido muchas llamadas de queja.
Habían registrado llamadas de algunas personas preocupadas por el estado de una persona que estaba tumbada y aparentemente no se movía. Un ninot tumbado en un soportal con sus enseres y una botella a su lado denunciaba: “no tener recursos para tratar una enfermedad como lo es una adicción es violencia. No poder conseguir apoyo para salir de una situación de sinhogarismo es violencia”.
Otras vecinas se han acercado hasta la falla para mostrar interés y dar la enhorabuena por la iniciativa: “ha removido conciencias y ha mostrado situaciones cotidianas directamente que incomodan. Da mucho que pensar como pasamos de largo y no miramos a las personas que se encuentran así”, cuenta Isabel una vecina próxima a Arrancapins.
En València en concreto, ocho de cada diez personas sin hogar ha sufrido algún tipo de violencia. Una de cada cuatro mujeres en situación de calle, ha sufrido agresiones sexuales. Según los últimos datos del Censo de Personas Sin Hogar de 2021, hay 754 personas que se encuentran en situación de exclusión residencial.
Todas estas personas tienen nombre y apellidos, tienen una identidad y una historia. El sinhogarismo como fenómeno multicausal tiene muchas caras y es una problemática presente en nuestros barrios y calles. Un proyecto como “Violencia” apela a reconocer que la solidaridad y compromiso de la sociedad es necesario para romper prejuicios y abordar soluciones.
Se han vandalizado varios ninots y se han hecho retirar el resto porque eran incómodos para el vecindario. En un entorno festivo, donde las calles son tomadas por vehículos mal aparcados, consumo de alcohol, música hasta altas horas e incluso situaciones de violencia callejera, toma mayor relevancia la necesidad de visibilizar que las personas sin hogar están presentes y merecen una mayor protección social.
Sant Joan de Déu València acompaña desde 1992 a personas en situación de sin hogar con programas de atención social integral. A través de recursos residenciales, el centro de acogida y una red de viviendas de inclusión, se desarrollan diferentes programas. Se aborda la salud, el acceso a derechos, la formación y empleo, así como la vinculación comunitaria fomentando que las personas puedan tener un proyecto de vida autónomo y estable.
Sant Joan de Déu València pertenece a la Orden Hospitalaria San Juan de Dios, una entidad religiosa sin ánimo de lucro, presente en más de 52 países con una extensa red de centros sanitarios y sociales, que desde sus orígenes acoge, acompaña y se compromete con las personas más desfavorecidas del mundo, en los ámbitos de la infancia, la enfermedad crónica, la tercera edad, la salud mental, la discapacidad intelectual, y las personas en situación de sin hogar.
La Orden Hospitalaria sostiene un modelo de atención integral centrado en la persona que se adapta a los retos de la sociedad actual, con el objetivo de promocionar y mejorar la salud de las personas y su calidad de vida, sin distinción por cuestión de género, creencias u origen, para crear una sociedad más justa y solidaria.
El trabajo que la Orden realiza en España es visible a través de sus 79 centros asistenciales, sociales, fundaciones y comunidades de religiosos en todo el territorio. Se trata de centros plurales con un compromiso social compartido en muchos casos con otras instituciones de carácter público, eclesial o privadas con las que existe una afinidad en la motivación y una visión compartida.