22 Nov Los Colegios Diocesanos afectados por la DANA destacan la necesidad de volver a las aulas y acompañar a alumnos y profesores tras la catástrofe vivida Se reúnen los equipos directivos de la Fundación, con los testimonios de representantes de los colegios afectados
Volver a las clases es el principal objetivo que se están planteando los Colegios Diocesanos afectados directamente por la DANA que ha asolado Valencia. “El acompañamiento de los alumnos está preparado, incluso han habido algunas parroquias que nos han preparado cartas para los niños. A los alumnos hay que acompañarles desde el inicio, darles mucho cariño, que es lo que necesitan, y que puedan volver a su rutina. Necesitamos volver a la rutina”, explica Carmina Guerola, directora del Colegio Diocesano María Inmaculada de Alfafar.
De igual manera, y a través de la iniciativa de la Fundación San Vicente Mártir Colegios Diocesanos, ‘Barro de Esperanza’, “vamos a reforzarnos en la fe, pues creo que nos puede ayudar a todos a salir de esta situación”.
A través de una cita, frase o reflexión, ‘Barro de Esperanza’ acompaña a las personas que peor lo están pasando “y a nosotros mismos ante la situación de desolación que estas catástrofes nos provocan. Sabemos que no estamos solos y hoy mas que nunca necesitamos sentirnos acompañados por Dios y por los demás”.
En este centro de Alfafar, desde hace más de una semana “profesores, familias -que además estaban limpiando su propio casa-, alumnos de Secundaria, de los últimos cursos de Primaria…han venido a limpiar”, comenta su directora. “Hemos tenido también la ayuda de voluntarios, de profesores y alumnos llegados de otros colegios, de un grupo de militares del grupo de paracaidistas de Madrid, que nos quitaron el lodo. Los primeros días era brutal la solidaridad, entraba gente y nos ayudaba”. Carmina, además, destaca la labor del personal que también ha perdido su casa o su vehículo, pero pese a todo “aquí los tengo a todos, ayudando y colaborando”.
Reunión de equipos directivos, con testimonios
Los Colegios Diocesanos se han sumado a la ola de generosidad a favor de los damnificados y, entre otros acciones, siguen estudiando vías para acompañar a las familias y a los alumnos. Precisamente, hoy viernes, ha tenido lugar la reunión de equipos directivos de la Fundación que ha contado con el testimonio de representantes de los colegios afectados, “no tanto sobre el daño que han sufrido, sino con el testimonio de qué se puede sacar de todo esto”.
También, el próximo 28 de noviembre han propuesto una actividad conjunta para todos los colegios. A las 12 horas todos los centros trabajaran reflexiones sobre lo ocurrido, reflexiones sobre la esperanza, conocerán testimonios y rezarán una oración común. Todo ello a través de varios materiales que están trabajando para distribuir a los colegios.
Retomar la rutina diaria
En el Colegio Diocesano Nuestra Señora del Socorro de Benetússer, en cuanto se pueda, el bullicio de los alumnos volverá a resonar en los pasillos de ambos centros. El de Secundaria con 970 alumnos y el de Infantil y Primaria con 640 niños. En el ánimo de la dirección y del claustro del centro está el retomar rutina diaria “pero hay que ir paso a paso”, destacan.
Familias, alumnos, ex alumnos, además de voluntarios, no han dudado en ofrecerse a ayudar en aquello que fuese necesario: limpieza, desescombro, achicar agua…Y es que trabajo no les falta. Se ha hecho mucho, pero todavía hay mucho más por hacer.
En el edificio de la calle Cervantes, al que acuden los alumnos de Secundaria y Bachillerato, la planta baja se vio anegada de agua y de igual manera quedaron afectadas el aula de Arte, que está en semisótano y la de Idiomas.
El centro escolar de Primaria está seriamente dañado. La fuerza del agua destruyó por completo la entrada y el muro perimetral y arrasó prácticamente la planta baja.“Fíjate – comenta su párroco titular Jesús Cervera mientras señala la entrada del colegio- cómo fue la fuerza del agua que se llevó tabiques… y los fogones de la cocina, con lo que pesan”.
Y es que la imagen es dantesca. No queda nada de lo que un día fueron los despachos de dirección o secretaría. El comedor ya no existe y las aulas de Infantil no tienen paredes. Directamente comunican con lo que era el patio del colegio. Mesas, ordenadores, sillas, material didáctico, de Educación Física…todo echado a perder. Unos arrastrados por el agua, y otros llenos de lodo e inservibles. Todo está arrasado “Desde el primer día, en que apenas podíamos acceder, nos pusimos a trabajar…se contrató albañilería y se trabajó en asegurar el perímetro”, explican desde el colegio. “Ya nos han visitado los arquitectos para comprobar que no había daños estructurales y nos confirmaron que no los hay. Por lo que a día de hoy, se sigue trabajando para recuperar la funcionalidad cuanto antes”.
“Pese al dolor, la gente ha venido a ayudar. Muchas de las personas que venían aquí han perdido sus casas, sus comercios, sin embargo han estado aquí echándonos una mano”, indican desde el centro escolar.
Para poder costear las obras que hay que acometer, se ha abierto una cuenta solidaria y además, se cuenta con el apoyo de tres colegios católicos, tal y como nos cuenta Jesús Cervera. “El principal, el Colegio de las Esclavas del Sagrado Corazón, en Valencia. Cuando abramos, nos aportarán muchos materiales escolares y muebles”. Pero aún hay algún centro más con el que todavía hay que concretar la ayuda y un colegio de Polonia “con el que estamos hermanados y compartimos alumnos de Erasmus” que no ha dudado en aportar su granito de arena.
Volver a su cole
“Algunos nenes que están en otros coles les dicen a sus madres si esta situación va a ser por mucho tiempo porque ellos quieren volver a sus cole”, comenta Raquel Hernández directora del Colegio Diocesano San Antonio de Padua II de Catarroja.
Por ahora, las tareas de limpieza continúan en el centro. Durante los primeros días “todos los compañeros que pudieron acudir empezamos a abrir las clases con el lodo que nos llegaba hasta las rodillas. Empezamos a sacar mobiliario, material, libros…A partir de ahí, todos los días ha sido un trabajo durísimo de todo el claustro, y de muchísimos voluntarios que han venido”, comenta Raquel.
“La verdad es que la gente se volcó viniendo, si no hubiera sido por ellos no lo hubiéramos conseguido. Los profes están dando el máximo”, asegura el jefe de estudios, Javier Palenciano. “Intentaremos volver cuando nos dejen y por eso estamos preparando el colegio para poder reanudar a las clases lo antes posible”.
Por su parte, Jaume Senabre, jefe del departamento de Humanidades destaca que esa vuelta a las aulas se realizará poniendo el foco de atención en “la acogida de los alumnos, pues tenemos claro que vamos a tener que trabajar con ellos, al igual que con los profesores. Tendremos que hacer una acogida acorde con la catástrofe que hemos vivido”.
A principio de curso, el equipo docente del Colegio Diocesano San Antonio de Padua II de Catarroja realizó una convivencia en torno al lema que este año la Fundación San Vicente Mártir Colegios Diocesanos había elegido: ‘Tengo un plan para ti’
En ese momento, Raquel afirmó con rotundidad “el Señor no tiene un plan…tiene un planazo”. “Pero mira qué planazo tenía Dios para nosotros”, afirma mientras señala el estado en el que se encuentran actualmente las instalaciones del colegio. Y el “planazo” es la enseñanza que de todo el dolor y el sufrimiento se puede extraer: “Es lo que ahora vamos a trabajar con los alumnos. Esta catástrofe nos va a hacer más fuertes todavía. Por el momento ya nos ha mostrado la enorme solidaridad de las personas. Aquí han venido a ayudar muchos voluntarios…pero no solo de fuera…muchas de las familias del cole, que tienen casa destrozada, han venido a ayudar…no podían hacer nada en su casa pero han venido a levantar lo que ellos consideran su segunda casa”.
Raquel sonríe y no duda en afirmar que sí, “Dios tenía un gran plan para nosotros. Y el gran plan es sentirnos más unidos todavía en este momento. Apoyarnos los unos a los otros. La vida nos ha cambiado, pero nos cambiará a largo plazo en positivo, seguro que sí. Y este es el plan que Dios tenía para nosotros este año”.
Acogida provisional de alumnado
La Fundación Colegios Diocesanos ‘San Vicente Mártir’ está tratando de volver a la rutina, ya que la normalidad tardará mucho tiempo en alcanzarse. No sólo en los ocho centros afectados directamente por la DANA, si no en todos los colegios que forman parte de la fundación “todos los colegios diocesanos se sienten afectados, porque, aunque directamente la parte estructural, el edificio, no ha sido tocada, muchos profesores y personal de Administración y Servicios sí que viven en las zonas afectadas. Esto complica el tema de desplazamientos y sobre todo a nivel anímico está afectando a todos los colegios”, afirma el gerente de la Fundación, Miguel Ángel Coello.
“La mayoría de los centros han renovado la actividad docente, excepto los ocho colegios de las zonas afectadas, en las que nos mantenemos en contacto con los ayuntamientos para valorar la intención de volver cuanto antes sea posible a la rutina escolar”.
Muchos centros de la Fundación están acogiendo en sus aulas a niños escolarizados en los centros más afectados, que han podido desplazarse a otras zonas junto a familiares. Una acogida temporal, siguiendo las indicaciones de la Conselleria, “para los alumnos por lo menos puedan tener ese proceso de socialización y de relación con otros niños, hasta que puedan entrar en sus colegios, para que no se quede ninguno sin ser atendido a nivel escolar”.
Igualmente, el personal de la Fundación, alumnos, profesores, padres y trabajadores se han volcado con la limpieza, ayuda y mano de obra necesaria en los puntos más afectados por la DANA, ayudando a la población a nivel general, no sólo a los centros escolares.
Al igual que han puesto sus instalaciones a disposición de las necesidades más urgentes, como almacenaje de productos de primera necesidad, material de limpieza, etc… Un ejemplo es el colegio Virgen al Pie de la Cruz de Puçol, que desde el primer momento recogió materia prima para elaborar en su propia cocina comida caliente para abastecer a las zonas más afectadas, tanto a los vecinos como a los voluntarios.
Desde la Fundación agradecen también la colaboración recibida desde otras diócesis españolas, cuyos colegios diocesanos se han volcado en ofrecer apoyo y solidaridad. Al igual que numerosas empresas privadas que se han puesto a disposición de los centros para cubrir necesidades de productos y mobiliario.
En este sentido, “hemos abierto tres líneas de actuación. La primera de ellas a nivel afectivo, en la que colegios de otras diócesis están escribiendo cartas de apoyo dirigidas a alumnos y profesores de los colegios valencianos, con mensajes de cercanía y ánimo, que serán entregados en los centros una vez reanuden la actividad”.
Por otro lado, “hemos pedido a los colegios afectados que hagan un inventario de los daños para, más allá de lo que cubran los seguros, en cuya gestión también estamos trabajando, puedan cubrir prioridades concretas con las empresas que se han ofrecido a ayudar. Mobiliario, material informático, electrodomésticos para la cocina, son algunos de los productos que varias entidades han puesto a disposición. De forma que desde la Fundación vamos cruzando las necesidades de los colegios con el ofrecimiento de los proveedores”, destaca Coello.
También se ha habilitado un número de cuenta destinado exclusivamente a los colegios afectados. Con esta aportación se pretende financiar actuaciones inmediatas que conviene reparar, sin tener que esperar al peritaje de los seguros, para poder reanudar cuanto antes la actividad docente, como arreglo de alguna puerta, instalación de vallas, o incluso la falta de tesorería de un colegio, también paralizada.
SABADELL: ES24 0081 0145 0200 0461 2567
BIZUM: 1053
Barro de Esperanza
La Fundación Colegios Diocesanos ha impulsado la iniciativa ‘Barro de Esperanza’, “con la que hemos querido destacar, de forma simbólica, cómo desde el lodo, desde el barro, puede surgir la luz y la esperanza”. El proyecto ofrece una reflexión diaria que nos invita a la oración y que hacemos llegar cada día, hasta el inicio del adviento, a una extensa lista de distribución, entre los que figura toda la comunidad educativa de los centros.