22 Abr El Museo de la Catedral expone un conjunto de copón damasquinado donado por el cardenal Cañizares Obra del maestro artesano Mariano San Félix, experto en el arte del damasquinado toledano
El Museo de la Catedral expone un conjunto de copón que ha sido donado por el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, y que es obra del maestro artesano Mariano San Félix, experto en el arte del damasquinado -o damasquino- toledano.
Se trata de “un conjunto que consta de 3 piezas: el pie, yugo y base de la copa; por otro lado, la copa de cristal; y su tapa”, señala el canónigo José Verdeguer, director del Museo Catedralicio, que destaca la vinculación del cardenal Cañizares con la capital de Castilla La Mancha ya que fue Arzobispo de Toledo y Primado de España de 2002 a 2006.
El conjunto de yugo y base “está profusamente decorado en estilo renacentista, también presente en la tapa damasquinada, que está rematada con una cruz y decorada en oro”. Por su parte, la copa de cristal “tiene decoración en oro y combina los estilos renacentista y arábigo”.
Igualmente en el interior de la base sobre la que se coloca la copa de cristal puede leerse una inscripción referente a su procedencia, Toledo, y a su autor, Mariano San Félix, reconocido maestro damasquinador.
En el pie del copón puede verse el escudo del Papa Benedicto; unas espigas y uvas, símbolo de la Eucaristía; una imagen del rostro de Cristo de lado, coronado de espinas; y las letras ‘JHS’ montadas sobre una cruz.
La técnica decorativa del damasquinado tiene sus orígenes en la antigua civilización egipcia y consiste en adornar piezas de hierro u otros metales mediante filamentos de oro o plata en ranuras o huecos previamente abiertos.
En total, el copón mide 25,2 centímetros de alto -17,7 la base y 7,5 la copa- y su base tiene una anchura de 12 centímetros.
Otros copones y cálices en el Museo
En la planta segunda del Museo de la Seo se encuentra la sala del Relicario, dedicada a la orfebrería, donde pueden verse reliquias que custodia la Catedral y también piezas destinadas a un uso sagrado, como cálices -desde el siglo XVII- e insignias episcopales (cruces pectorales, anillos, báculos y mitras) que conservan la memoria de los Obispos que han presidido la Iglesia en Valencia.
Entre ellos “merecen una mención muy especial los portapaces, obras excepcionales del siglo XVI que se usaban para dar la paz besándolos en la celebración de la Misa, antes de la comunión”.