María Gómez-Lechón, misionera en Mozambique: “La educación es la única vía para salir de la pobreza” La religiosa valenciana, que lleva 23 años en el país africano, ofrece su testimonio para la campaña de Manos Unidas

María Gómez-Lechón, misionera en Mozambique: “La educación es la única vía para salir de la pobreza” La religiosa valenciana, que lleva 23 años en el país africano, ofrece su testimonio para la campaña de Manos Unidas

  • “La labor de Manos Unidas es fundamental para la concienciación de la sociedad y permite que nuestro trabajo siga adelante”
  • La población más pobre, “los descartados” reciben atención de las religiosas en el Hospital Carmelo, en Chókwè, al sur del país

María Gómez-Lechón vuelve a su Valencia natal para colaborar en la labor de sensibilización que realiza Manos Unidas durante todo el año, pero más intensa durante esta semana, con la presentación de su nueva campaña. Un trabajo -el de concienciación-, que para la misionera es una pieza fundamenta en la lucha contra la pobreza.

Religiosa de las Hijas de la Caridad, se encuentra en nuestra diócesis para acompañar con su testimonio la presentación de la campaña anual de la ONG católica, bajo el lema “Compartir es nuestra mayor riqueza”.

Y de eso ella sabe mucho, de compartir y de entrega a los demás. Lleva más de veinte años como misionera en Mozambique, un país que ocupa el puesto 184 en la lista de desarrollo, en el que “la población vive al nivel de la supervivencia, hay mucha pobreza y sobre todo necesidad de educación y derechos básicos”, señala María.

Ha dedicado la mayor parte de su vida a la educación y desde 2023 es responsable de proyectos en el Hospital Carmelo de la ciudad de Chókwè, al sur de Mozambique, donde las Hijas e la Caridad están presentes desde 1970.

“La gente realmente vive de lo que consigue cultivar en su huerta, excepto algunos maestro y funcionaros sanitarios, la mayoría de la población es rural, campesinos que viven de su cosecha, el dinero a penas circula y algunos no tienen absolutamente nada”.

“Son los descartados”, señala la misionera recordando las palabras del Papa Francisco. Por eso es tan importante la educación, “es la única manera de adquirir capacidades para, a largo plazo, poder salir de la pobreza”.

En el Hospital Carmelo cuenta con una obra social muy amplia, para ayudar a los más pequeños, cuentan con un centro de crianzas para acoger a niños que por ellos mismos no podrían sobrevivir, porque padecen alguna enfermedad o porque pertenecen a familias completamente fracturadas. “Muchos hombres emigran a África del Sur y nunca regresan, también las madres, por lo que encontramos a niños que viven completamente solos, en situaciones precarias y sin ningún recurso para sobrevivir”.

Además, el centro hospitalario es referente para la atención de enfermos con VIH, SIDA y tuberculosis, donde atienden a 400 niños afectados. Cuenta con 120 camas para asistir los casos más graves y en consultas externas atienden a unos 3.400 pacientes de SIDA. “Los datos son positivos y muchos de estos pacientes disminuyen la adherencia, tienen algunas recaídas y contraen otras enfermedades crónicas, por lo que necesitan de un acompañamiento médico constante”.

“Nuestra labor y la de Manos Unidas van de la mano, forman un mismo trabajo conjunto. Porque nosotros estamos allí, pero realmente sin el apoyo de Manos Unidas y las personas que nos sostienen, tanto financiera como moralmente, sería muy difícil poder trabajar en un medio tan hostil, sería imposible seguir adelante”

La misionera, en la presentación de la campaña de Manos Unidas

Para la misionera, son necesarias tres claves: voluntad, ser conscientes de la realidad y tener decisión. “Manos Unidas, por suerte, es una organización que tiene mucha conciencia de esta realidad y por eso nos apoya y interviene con proyectos de desarrollo allí, y a la vez sensibiliza para que realmente puedan cambiar las cosas”, Hablamos de una pobreza estructural que se ha creado por unas relaciones internacionales que provocan un aparente y falso equilibro, pero no es así, la gente está sufriendo muchísimo, provocando en momentos la explosión de conflictos.

En estos momentos, el país africano se encuentra en un momento políticamente tenso, “las democracias fallidas están reclamando otra realidad, porque la gente está cansada de tanto sufrimiento”. “El pasado mes de octubre hubo elecciones, en las que ganó uno de los grupos de la oposición, pero el gobierno no ha aceptado su victoria. La gente intenta responder pacíficamente, pero obtiene una respuesta violenta por parte del gobierno, generando una situación muy difícil”.

La falta de derechos conlleva que la población a penas puede manifestar su rechazo, ni paralizar la situación mediante huelgas, porque un simple día sin salir a vender, o cosechar, implica un día de hambre.

En este sentido es muy importante la tarea de Manos Unidas, porque trabaja en la sensibilización de la sociedad para que realmente adquieran conciencia de que la situación de los países pobres no es una realidad alejada, si no que nosotros intervenimos directamente en ella, a través de nuestras acciones, de nuestro modo de consumo, de los intereses creados por los países desarrollados…..Las desigualdades no acabarán hasta que todos seamos partícipes y compartamos la responsabilidad del cambio.

Y ese es el objetivo de María al ofrecer su testimonio estos días en Valencia, “me gustaría dejar más consciencia en la gente de aquí de que nuestras decisiones en lo cotidiano, sobre todo en el consumo y en nuestro estilo de vida, tienen repercusión en lo que sucede en otros países. Y que si nos alineáramos todos en el buen camino, las cosas en el mundo sí que podrían cambiar”.