Los ángeles custodios de la Virgen de los Desamparados, del altar mayor de la Basílica, cumplen 60 años Tallados en madera de Flandes y decorados en oro y plata

Los ángeles custodios de la Virgen de los Desamparados, del altar mayor de la Basílica, cumplen 60 años Tallados en madera de Flandes y decorados en oro y plata

Cuando se reformó el nicho del altar de la Virgen de la Real Basílica se sustituyeron los cuatro ángeles custodios que acompañaban a la imagen de la Patrona por otros nuevos, tallados en madera de Flandes y decorados en oro y plata, obra del escultor valenciano Octavio Vicent Cortina y de José Barat que los doró y encarnó. Esos ángeles custodios cumplen 60 años, y no podemos imaginar el altar mayor de la Basílica sin ellos, dirigiendo sus miradas a la Sagrada Imagen, guardianes y protectores de la misma.

 

MARÍA ÁNGELES GIL. En 1964 se realizan unas reformas en el nicho del altar de la Virgen de la Real Basílica y es el periódico “Las Provincias“ el que recoge la noticia señalando que el nicho será bendecido e inaugurado solemnemente el día 6 de mayo a las 6 de la tarde. Uno de los cambios que suponen estas reformas es la sustitución de los cuatro ángeles custodios que acompañan a la imagen de la Patrona por otros nuevos, tallados en madera de Flandes y decorados en oro y plata, obra del escultor valenciano Octavio Vicent Cortina y de José Barat que los doró y encarnó.

Cabe destacar que toda la obra de reforma fue asesorada por la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos y del director de la Escuela Superior de Bellas Artes, Felipe Garín Ortiz de Taranco.

Este conjunto escultórico es el mismo que hoy en día podemos admirar en el nicho de la Virgen de los Desamparados y representa a cuatro ángeles en actitud de ofrenda de los escudos que portan de cada una de las tres provincias, Alicante, Castellón y Valencia, y de la ciudad de Valencia. La bendición del ángel custodio de Castellón fue impartida por el arzobispo de Segorbe, la de Alicante por el prelado de aquella diócesis y las de Valencia por Marcelino Olaechea Loizaga, arzobispo de Valencia, y fueron apadrinados por las Diputaciones y Ayuntamientos de las capitales de las tres provincias.

Ésos ángeles custodios cumplen 60 años, y no podemos imaginar el altar mayor de la Basílica sin ellos, dirigiendo sus miradas a la Sagrada Imagen, guardianes y protectores de la misma.

Las anteriores tallas, llamadas de palillo, realizadas con cartón-piedra, decoraron el altar mayor desde el siglo XIX, hacia 1867, cerca ya de la celebración del segundo centenario de la construcción de la Capilla de la Virgen, por tanto, estuvieron en el nicho de la Virgen casi cien años. Son del mismo tamaño que los actuales, pero de menor simbología ya que no llevan los escudos. Además, el conjunto lo conformaban dos ángeles pequeños y cabecitas de querubines entre nubes en la enrayada. Don Emilio Aparicio en su libro, “Santa María de los Inocentes y Desamparados”, hace referencia a ellos como los antiguos ángeles que acompañaron a la imagen de Nuestra Señora durante casi un siglo y los ubica, tras ser sustituidos por los nuevos, de la manera siguiente: los de la enrayada, dos, en la Basílica de la Virgen, y dos, en el nicho de la Virgen en Muro de Alcoy. De los ángeles de pie, dos, en el museo de Bellas artes, y dos, en la Basílica. En la actualidad las dos esculturas de ángeles conservados en la Basílica están expuestas de forma permanente en el museo mariano de la misma.

Es curioso señalar que el boletín de la Real Basílica de mayo de 1969, número 355, recoge en un artículo firmado por el entonces capellán mayor de la misma, Aparicio Olmos, el momento en que estos ángeles son incorporados al grupo de obras artísticas que salen de la Basílica, entonces Capilla de la Virgen, para ser custodiadas y protegidas en el Ayuntamiento de Valencia cuando estalla la contienda española en julio de 1936.

Otro cambió importante de esta reforma y acondicionamiento del nicho de la Virgen fue la sustitución del Niño Jesús, denominado El Bobet, de manera que se incorporó a la imagen principal el Niño Jesús que hasta entonces pertenecía al conjunto de la imagen Peregrina que esculpió Carmelo Vicent veinte años antes. Se trataba de restablecer la iconografía tradicional, según la cual es el niño Jesús quien mira a los fieles. Octavio Vicent realiza este proceso de adecuación de la escultura y realiza otra imagen de Niño Jesús para la imagen Peregrina. El reverendísimo Prelado, la Junta de la Real Archicofradía y la Real Academia de Bellas Artes aprobaron este cambio que fue muy bien aceptado por la gran mayoría y no se registró ni una sola protesta. Aunque esta imagen, que es una importante obra del siglo XVIII del escultor Ignacio Vergara (con sus tirabuzones postizos) no gustó en la época, hoy en día está expuesto también en el museo mariano de la Basílica de la Virgen y es uno de sus principales atractivos.

Además de los ángeles custodios, son muchas las representaciones, las estampas, fotografías o grabados en los que aparece la Virgen de los Desamparados rodeada de estos espíritus celestes. Salvaguardada y escoltada por ellos desde siempre. Y nos evocan a esos otros ángeles asociados al origen de la propia talla de la Imagen, los Ángeles Peregrinos: aquellos de la leyenda de la construcción de la imagen de Nuestra Señora de los Desamparados que durante más de dos siglos acompañó al principio de esta devoción. Esta leyenda que cuenta como la Cofradía del Hospital solicitó al padre Jofré una imagen representativa de este Hospital, y es entonces cuando tres peregrinos se presentan en aquel Hospital de Inocentes y allí, encerrados en una pequeña capilla en donde se les da cobijo realizan el milagro. Al cuarto día ya no estaban los peregrinos que habían desaparecido, pero quedaba la imagen de la Virgen que habían tallado. “Els feren els àngels” interpretó el pueblo.

Los ángeles de la Virgen, a veces pasan desapercibidos, pero siempre han acompañado a la imagen de la Patrona. Están acompañantes, simbólicos y también eclipsados por Nuestra Señora a la que siempre dirigen su mirada.