Arzobispo de Valencia: «La grandeza de la vida consagrada está en la sencillez, en el servicio humilde, generoso, entregado  y desinteresado al Evangelio” Preside la Jornada de la Vida Consagrada en la Catedral, este año en el marco del “Jubileo de la esperanza”

Arzobispo de Valencia: «La grandeza de la vida consagrada está en la sencillez, en el servicio humilde, generoso, entregado  y desinteresado al Evangelio” Preside la Jornada de la Vida Consagrada en la Catedral, este año en el marco del “Jubileo de la esperanza”

  • “Con vuestra palabra, cercanía y amor estáis llamados a ser sembradores de esperanza en el corazón del mundo” 
  • «La vida consagrada en sus distintos carismas ha de ser un signo de esperanza para el resto de la Iglesia y para el mundo, en el que a menudo las dificultades parecen que nos pueden desanimar”

(Fotos: A Saiz-Delegación Medios de Comunicación Arzobispado de Valencia).

 El arzobispo de Valencia, mons. Enrique Benavent, presidió ayer domingo, en la Catedral, la celebración de la eucaristía con motivo de la jornada de la Vida Consagrada en la que aseguró que “la grandeza de la vida consagrada está en la sencillez escondida en la vida de cada día, en el servicio humilde, generoso, entregado y desinteresado al Evangelio. Solamente viviendo con sencillez vuestra vocación, podréis ser sembradores de esperanza en nuestro mundo”.

Así, mon. Benavent recordó que “vivir la vocación consagrada con esperanza es vivirla con sencillez, sin sentiros protagonistas de la vida de la Iglesia, sin sentirnos salvadores del mundo, sin creernos mejores que los demás por las opciones que hemos tomado en nuestra vida. Vivir la vocación con esperanza es vivirla con la sencillez de quien sabe que su vida es un seguir y servir al Señor. Y que por la llamada del Señor vivimos nuestra entrega con naturalidad”.

El Arzobispo aseguró que la celebración de este año ha tenido “un carácter singular porque la vivimos en el marco del Jubileo de la esperanza”, convocado por el papa Francisco.

Precisamente, “se trata de un estado de vida que tiene que estar marcado por la esperanza, porque si no vivimos, vivís vuestra vocación consagrada desde la esperanza, que nace de la fe, vuestra vocación, vuestra consagración no aportaría mucho a nuestro mundo. Tampoco sería una fuente de inspiración para la Iglesia, en una Iglesia en la que a menudo las dificultades parecen que nos pueden desanimar”, expresó mons. Benavent.

Por ello, «la vida consagrada en sus distintas formas, en sus distintos carismas ha de ser un signo de esperanza para el resto de la Iglesia y para el mundo”. Y, “también sois sembradores de esperanza porque con vuestro amor a Dios sembráis nuestro mundo de amor a todos aquellos que no tienen motivos para vivir desde la esperanza, a tantas personas que humanamente hablando no ven salida a muchas de las situaciones de su vida”. “Con vuestra palabra, con vuestra cercanía, con vuestro amor, con vuestra entrega, estáis llamados a ser sembradores de esperanza en el corazón del mundo”.

En este sentido, mons. Bemavent recordó que la esperanza “no es el optimismo ingenuo de quien no quiere ver las dificultades o piensa que por sus propias fuerzas las superará, sino que la esperanza nace de una visión creyente de la historia y nos hace pensar que quien conduce la vida de la Iglesia es Dios y que lo que nosotros podemos hacer es vivir con mayor autenticidad cada día nuestra vocación”. 

“La paciencia es la virtud de los que viven con esperanza”

El Papa Francisco nos recuerda en su bula «La esperanza no defrauda” que la paciencia es la virtud de los que viven con esperanza: “La esperanza no es compatible con la impaciencia»

El Arzobispo señaló que “la esperanza no lleva a un activismo descontrolado del que busca realizar sus proyectos. El cumplimiento de la esperanza no se identifica con la realización de nuestros proyectos porque cuando confundimos estas dos cosas nos volvemos impacientes, absolutizamos los nuestros, intentamos imponer nuestra visión de Iglesia, confundimos la esperanza con el éxito de nuestras iniciativas y no distinguimos entre el fruto de nuestra entrega y el éxito que a veces podemos tener en nuestras iniciativas”.

“La alegría es otro signo también de la esperanza”

Igualmente, otro rasgo de la vivencia de una vocación consagrada con esperanza es “vivir con alegría. La alegría es el signo también de la esperanza. Sencillez, alegría, paciencia, confianza en Dios, son los signos de una vida consagrada vivida desde la esperanza”, aseguró.

Mons. Benavent recordó también que en la vida consagrada misión y vida coinciden. «No se puede vivir la misión si no se vive personalmente aquello que se quiere ofrecer  a nuestro mundo”, e invitó a “no dejar de mirar a la santísima Virgen María” porque “Ella es también mujer de la esperanza. Ella nos enseña a vivir la esperanza incluso en medio de las dificultades. Que Ella nos ayude a vivir con esperanza y con alegría también en medio de nuestras dificultades y de nuestros sufrimientos”. 

Previamente a la celebración en la Catedral, los consagrados y consagradas participaron en una procesión desde la iglesia de Santa Catalina, donde se bendijeron las candelas.  Participaron numerosos monjes, monjas, religiosos, religiosas, vírgenes consagradas e institutos seculares de la Archidiócesis de Valencia, en un encuentro en el que también renovaron sus compromisos religiosos y apostólicos.