La parroquia de San José se convierte en el centro religioso, patrimonial y cultural del Raval de Gandia El arzobispo de Valencia dedica el templo y consagra el altar ante la presencia de más de medio millar de fieles

La parroquia de San José se convierte en el centro religioso, patrimonial y cultural del Raval de Gandia El arzobispo de Valencia dedica el templo y consagra el altar ante la presencia de más de medio millar de fieles

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El arzobispo de Valencia, monseñor Enrique Benavent, dedicó, ayer domingo, el templo y consagró el altar de la parroquia de San José de Gandia, tras su proceso de rehabilitación iniciado hace más de 20 años, que se convierte en el centro religioso, patrimonial y cultural del barrio Raval de la ciudad ducal.

“Si el entonces arzobispo de Valencia san Juan de Ribera, cuya memoria celebraba la Iglesia de Valencia ayer, fue el que erigió la Parroquia para el Arrabal y los moriscos de Gandia en el siglo XVI, hoy en el siglo XXI ha sido el actual arzobispo de Valencia Enrique Benavent, quien lo ha consagrado”, afirman desde la parroquia.

La liturgia dio comienzo con una monición de entrada que contó los rasgos más importantes de la historia del templo. Posteriormente, llegados el clero al altar, fue el arquitecto de las obras Rafael Hueso, quien presentó al arzobispo de Valencia y al más de medio millar de fieles que se congregó para participar en la misa, los principales rasgos de la obra realizada, finalizando su discurso con la entrega de planos y proyectos al arzobispo de Valencia, monseñor Enrique Benavent.

En su homilía, monseñor Benavent destacó el deseo de que la parroquia de San José “sea para esta ciudad – Gandia – y especialmente para la feligresía de esta parroquia, un lugar donde podamos escuchar a Dios con su voz y con su Palabra.”

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Además, destacó de la liturgia de dedicación dos aspectos: El primero de ellos, el de la belleza de Dios: “toda la reforma que se ha hecho es una expresión de la belleza de Dios”. El segundo es una llamada a los cristianos porque el Arzobispo se preguntó “¿cuál es la belleza del templo de Dios? La belleza de la Iglesia son los fieles”. “Las piedras las contemplaréis pero lo más hermoso de la Iglesia son los fieles. Evoca la santidad a la que hemos sido llamados. Y nos recuerda que la Iglesia es Cristo y que todos estamos llamados a ser santos,” precisó monseñor Enrique Benavent.

Posteriormente siguió la liturgia propia de esta celebración con el canto de las letanías invocando la intercesión de los santos; la inserción de las reliquias en el altar que, en concreto, han sido tres: la de san Josemaría Escrivá de Balaguer; la de la Beata mártir Josefina Monrabal, religiosa de san José de Gerona e hija de la Parroquia, junto sus compañeras mártires; y la del Beato mártir Carlos López Vidal.

Con ello se quiso simbolizar las tres formas de vida en la Iglesia Católica: el sacerdocio por san Josemaría, la vida consagrada por la hermana beata Josefina y sus compañeras mártires, y la vida laical por el beato mártir Carlos López Vidal.

A la inserción de las reliquias le siguieron los siguientes ritos: la oración de consagración, la unción del altar y las paredes con el Santo Crisma, la incensación del altar y el templo, así como la iluminación del mismo. Al finalizar este rito de iluminación “la feligresía respondió con un fuerte aplauso, pues entre toda la obra, el retablo del altar mayor, cuyas pinturas pertenecen a José Manuel Pozo, lucía públicamente en todo su esplendor”.

Tras la liturgia eucarística y haber llevado el Santísimo a la capilla del Sagrario, fue el párroco Priscilio Ruíz Picazo quien tomó la palabra. Como acción de gracias señaló la presencia de todos: sacerdotes, religiosas, autoridades municipales, y representantes de todas las asociaciones religiosas, culturales, sociales y festivas del barrio del Raval y de la ciudad de Gandia.  Y agradeció el trabajo del arquitecto, del pintor y del constructor, todos ellos presentes en la celebración.

También tuvo unas palabras simpáticas con el arzobispo de Valencia, al recordar su etapa en el Seminario, ya que ambos son del mismo curso y estudiaron en el inicio de su formación en el Seminario Mayor en Moncada. Allí hubo un año que representaron una obra de teatro, y en esa obra el actual arzobispo de Valencia salía como obispo. Por eso, Priscilio Ruíz precisó: “¿quién nos iba a decir, querido don Enrique, que aquel que nos hizo de obispo en el teatro, hoy es en verdad nuestro arzobispo? Gracias don Enrique, por todo lo que hace por nosotros los sacerdotes y sus parroquias.” Sin embargo, la respuesta del arzobispo de Valencia, dirigiéndose a los fieles, dijo que “en aquella obra de teatro lo que don Priscilio no ha contado, es que él hacía de Papa”. A lo que toda la feligresía sonriendo evocó con un caluroso aplauso.

Finalmente, se la entregó al arzobispo de Valencia una réplica de la pintura central del retablo realizada por el mismo pintor Jose Manuel Pozo. Se trata de la imagen de san José en la que manda a un ángel custodiar su iglesia: la parroquia de San José del Raval de Gandia. Igualmente se descubrió una placa de mármol que recuerda esta efeméride.

La rehabilitación ha sido sufragada con tres subvenciones de la Diputación de Valencia y con las donaciones de los fieles y familias de la parroquia.

Regalo de la Fundación Espurna al Arzobispo de Valencia

Entre los presentes se encontraban los miembros de la Fundación Espurna, la familia gandiense García Sabater. Al finalizar la eucaristía esta familia, muy vinculada a la parroquia de san José, donde esta entidad tiene su sede , obsequió al arzobispo de Valencia con una imagen de la patrona de Gandia y de Valencia: la Mare de Déu dels Desamparats.

La Fundación Espurna ayuda a personas con discapacidad para que tengan una buena realización en su vida. A través del trabajo de estas personas buscan recurso para que tengan una salida profesional, y así puedan vivir con la mayor normalidad posible.