05 Ene La generosidad de Francisco y Benedicto XVI
Texto de Amparo Castellano
Desde la renuncia del papa Benedicto XVI y la elección como Papa reinante de Francisco, ha habido una convivencia singular en la historia de la Iglesia, y que se ha prolongado casi una década, donde la fraternidad entre ambos ha sido ejemplar. Nos ha dejado grandes lecciones a todos, como ejemplo de generosidad.
Francisco ha venido mostrando respeto y cariño fraternal en una situación bien singular, cuando su predecesor está vivo. Las primeras palabras públicas de Francisco ya anunciaban esa admiración y fraternidad. Tras la fumata bianca con la que se anunció su elección, desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, sus primeras palabras ante el mundo fueron para recordar al Papa emérito. Pero además, es un hecho que el papa Francisco se presentó sin escudo pontificio. Como bien narró CTV (Centro Televisivo Vaticano), aunque como exige la heráldica vaticana el Papa lo elegiría después, “es la primera vez que un Pontífice se presenta al mundo sin ninguna insignia”. El rectángulo blanco, vacío, que campeó sobre el fondo rojo en la balaustrada, “probablemente se debe a que su predecesor está vivo y sigue las imágenes desde su casa, en el monasterio de Mater Ecclesiae”.
La primera vez que los periodistas preguntaron al papa Francisco por su relación con Benedicto XVI, respondió: “Yo quiero mucho a Benedicto. Siempre le quise. Es un hombre de Dios, humilde, que reza. Un ejemplo de grandeza. Y fui muy feliz cuando fue elegido Pontífice”.
Francisco siempre ha mostrado su respeto y cariño por su antecesor. Lo hizo a su regreso de la JMJ celebrada en Brasil en julio de 2013, apenas cuatro meses después de su elección en el cónclave de los cardenales.
Han sido diversas las ocasiones en las que el papa Francisco ha mantenido encuentros con Benedicto XVI, no siempre mostradas por privacidad de la salud del Papa emérito. También incluso en los Consistorios para la creación de cardenales convocados por el papa Francisco. Después de la ceremonia en el Vaticano, el papa Francisco y los cardenales acudían a la residencia del Papa emérito para compartir con él y recibir su bendición.
El papa Francisco ha visitado a Benedicto XVI cada Navidad y Semana Santa, así como en sus aniversarios, y ocasiones especiales, en el Monasterio Mater Ecclesiae.
En 2014 el papa Francisco convocó un acto multitudinario con personas mayores al que invitó a Benedicto XVI y le dedicó unas emotivas palabras. Ese mismo día inauguró en la Pontificia Academia de las Ciencias un busto en bronce para rendir homenaje al papa emérito en vida, y de nuevo puso de relieve la gran aportación de Benedicto XVI: “Es un gran Papa, grande por su importante aportación a la teología, grande por su amor a la Iglesia y a los seres humanos, grande por su virtud y su religiosidad”.
También durante la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro con motivo del Jubileo extraordinario de la Misericordia el 8 de diciembre de 2015, convocado por Francisco, donde de nuevo el Papa convocó al emérito y vimos de la entrada del papa Benedicto XVI asistiendo al mismo.
En la rueda de prensa en el avión de regreso de Armenia a Roma el 2 de junio de 2016, el papa Francisco relataba con total naturalidad la relación entre ambos: “He ido a encontrarlo muchas veces, y le llamo por teléfono muchas veces, he dicho que es una Gracia tener en casa al “abuelo sabio, a un sabio en casa”. Es decir, Francisco señala que los años han seguido convirtiendo a su predecesor en un sabio entrañable, lo que le confería aún más autoridad. “Se lo he dicho y él se ríe. Pero el Papa emérito, es el que me custodia con su oración”. Asimismo, Francisco ha enviado palabras de recuerdo desde muchos de sus viajes internacionales, invitando a los presentes a una ovación al Papa emérito.
Francisco calificó a Benedicto XVI de santo, alabando su alta vida espiritual. “Salgo edificado de su mirada transparente. Vive en contemplación. Me admira su inteligencia. Es un grande”.
Tras la muerte de Benedicto XVI, el papa Francisco afirmó: “Con conmoción, recordamos su personalidad tan noble, tan gentil. Sentimos en el corazón gratitud a Dios por haberlo donado a la Iglesia y al mundo, y gratitud a él, por todo el bien que cumplió y por su testimonio de fe y de oración, especialmente en estos últimos años de vida retirada. Solo Dios conoce el valor y la fuerza de su intercesión, de sus sacrificios ofrecidos por el bien de la Iglesia”.
Diferencias existen y notables, cada pontífice con su estilo, pero también su comunión y su amor por la Iglesia. El papa Benedicto XVI en diversas ocasiones ha reiterado: “el Papa es uno y ese es Francisco”.
¿Cómo no ver la reforma en el mismo Papa que con su ejemplo y silencio -con fidelidad absoluta- fue el mismo iniciador de la transición de los cambios con Francisco? Sólo podemos dar las gracias a su espíritu verdaderamente cristiano, dialogante y consciente, que nos preparó para abrir el corazón al pontificado de su sucesor. Es importante que seamos justos con el papa Benedicto XVI y entender el enorme sentido de la responsabilidad hacia la Iglesia que asumió con su renuncia, en un gesto histórico e irreversible, y alabar su exquisito y fraternal silencio hacia el papa reinante, Francisco, del que dijo, “es el que necesita el momento actual de la Iglesia”. Cuan- do preguntaron a Benedicto XVI si era el fin de algo antiguo o el principio de algo nuevo, la respuesta del Papa fue: “Las dos cosas”. Al quitarse el anillo del Pescador, manteniendo “papa emérito”, abrió una etapa de la historia de la Iglesia, su confianza en el Espíritu Santo que haría que se escogiese un nuevo papa con nuevas fuerzas y dejó la siembra para las reformas de Francisco.