23 Nov “La familia es muy importante, allí se siembra la semilla de la vocación” Sergio Requena, delegado episcopal de Pastoral Vocacional
El sacerdote Sergio Requena, tras su servicio en la Conferencia Episcopal Española como director de Seminarios en la la Comisión Episcopal de Seminarios y Universidades, vuelve a la diócesis de Valencia como responsable de la Pastoral Vocacional. Entre sus funciones se encuentra dirigir el Centro de Orientación Vocacional San Juan Pablo II, cuya finalidad es acompañar a todo aquel que tenga una inquietud vocacional y ayudarle en ese proceso de discernimiento.
La vocación, la llamada del Señor es gracia, es un don gratuito y, al mismo tiempo, es un compromiso a ponerse en camino, a salir, para llevar el Evangelio”. Con estas palabras el papa Francisco explicaba en su último mensaje con motivo de la última Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones que es la vocación. La Iglesia, a través de las parroquias y diferentes realidades eclesiales, quiere ayudar a que todos los cristianos encuentren hoy su vocación en el mundo. Una vocación, en palabras del Papa, “a hacer fecundo el amor”. Y para ayudar en esta tarea la archidiócesis de Valencia pone a disposición de todos la delegación de Pastoral Vocacional y su Centro de Orientación Vocacional San Juan Pablo II.
– ¿Qué es el Centro de Orientación Vocacional San Juan Pablo II?
– Es precisamente la plataforma a partir de la cual se trabaja la pastoral vocacional en nuestra diócesis. Y al hablar de pastoral vocacional, ahí debemos incluir lo que decía el papa Francisco en la última Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, en la que afirmaba «que toda acción pastoral de la Iglesia está enfocada por su propia naturaleza al discernimiento vocacional». Lo que nos tenemos que preguntar es si allí donde estamos, cada uno de nosotros, lo vivimos así, lo hacemos así, si podemos mejorar de alguna manera. Y el Centro de Orientación Vocacional no es otra cosa que un servicio que nos pueda ayudar a que esto se viva mejor entre nosotros.
– ¿Qué iniciativas y proyectos se plantean desde la delegación de Pastoral Vocacional?
– Durante el curso acompañamos a quienes manifiestan inquietud vocacional y ofrecemos herramientas que puedan ayudar en ese discernimiento: la entrevista personal, los momentos de oración y reflexión o conocer el testimonio de consagrados y consagradas. También programamos diferentes actividades durante el año como por ejemplo el Festival de la Canción Vocacional, y aprovecho esta ocasión, para invitar a parroquias, colegios, grupos y asociaciones a que participen en la próxima edición.
En definitiva, la Pastoral Vocacional, trata de ayudar a las personas que se acercan con inquietud vocacional, que están pensando si Dios les llama al sacerdocio o a la vida consagrada, o si más bien les llama a una vocación laical en medio del mundo. Y desde luego no es una tarea que tiene que hacer particularmente el Centro Vocacional porque se la ha asignado, sino que la realizamos con mucho gusto pero en nombre de todos y es responsabilidad de todos en la Iglesia.
Quizá nos podamos preguntar, ¿y yo qué puedo hacer por las vocaciones? Bueno, pues lo primero que tenemos que hacer es orar para que aumenten las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, enseñar a que los jóvenes oren, que tengan una relación profunda con el Señor y animarles a formar parte de la comunidad de discípulos de Jesús que es la Iglesia. Y finalmente también en algún momento dado hay que invitarles a que lo consideren, si su vocación puede ser esa. En definitiva, anunciarlo, predicarlo, llevarlo a la oración. Como decían los obispos americanos en un mensaje, las vocaciones que no se ven y de las que no se habla están fuera de la mente y del corazón.
– Si un chico o chica tiene una inquietud vocacional, ¿qué es lo que tiene que hacer? ¿Qué pasos tiene quedar para confirmar esa vocación?
– Bueno, el proceso siempre se inicia en alguien que vive y practica la fe y generalmente lo hace en una comunidad concreta. Tiene que haber una relación profunda con el Señor y este es el primer paso del discernimiento, si existe esa relación profunda con el Señor.
El segundo es que tenga y aproveche espacios de silencio en su vida porque hay que darle espacio y tiempo a Dios también para que nos hable, para que resuene su voz. Para esto es importante que se quiten los auriculares, que apaguen la pantalla de su ordenador. Y el tercero, seguir a Jesús significa lo mismo que significó para los discípulos de Jesús, que le preguntaron, “maestro, ¿dónde vives?”. Y él les dijo, “venid y lo veréis”, porque Jesús nos llama a estar con Él, seguir sus huellas, imitar su vida y por eso nos reúne en la Iglesia. Porque no se da una vocación para servir a la Iglesia fuera de ella ni la escucha de la voz de Dios se puede vivir en solitario y de cualquier modo. Es fundamental preguntar a Dios qué es lo que quiere para nuestra vida, sin miedo y con decisión.
Se pueden apoyar en personas concretas, el párroco, algún consagrado que conozcamos o alguna persona laica, puede ser que nos dé un poco de luz y nos oriente en estos primeros momentos que nosotros estamos llamados a recorrer, preguntarse qué hay en la iglesia diocesana que nos pueda ayudar, y en esto yo creo que es importante ayudarnos unos a otros a encontrar la dirección.
– ¿Cuál es el proceso para discernir la vocación? ¿Por qué es importante el acompañamiento?
– En un proceso tan importante y tan decisivo en la vida hay que huir un poco del subjetivismo, del sentimiento interior, y ser un poco más objetivos a través también de la mirada de otros, que nos conozcan, que nos acompañen, que tengan la sabiduría suficiente para indicarnos los pasos que hemos de dar.
Tenemos que recoger la búsqueda que muchos jóvenes están haciendo de encontrarse a sí mismos, de encontrar el lugar en el mundo que están llamados a servir y la manera y el cómo tienen que situarse ante la llamada que el Señor les hace.
– ¿Nos encotramos hoy ante una crisis vocacional? ¿O hablamos también de una crisis de fe que tiene primero que llevar a evangelizar y despertar la primera vocación de cada uno a ser cristiano?
– Hay que recordar que no hay crisis de llamada, sí que hay crisis de seguimiento. Es decir, sí que hay crisis de respuesta ante la llamada. ¿Qué es lo que está dificultando un poco esta llamada? Pues el ambiente en el que vivimos que es muy individualista, donde hay un egoísmo muy profundo en las personas.
Es verdad que esto se nota cuando ves a las personas que tienen o manifiestan tener un vacío existencial en su corazón y que buscan llenarlo de cosas que a la postre no les dan lo que están buscando. Es decir, se constata la crisis, se constata la herida profunda que esto deja en el corazón de las personas, pero también hay que recordar que Dios sigue llamando, sigue buscando y sigue invitando. ¿Qué es lo que tenemos que hacer? Pues ayudar a que esto resuene de manera especial en nuestros ambientes, porque la llamada no es para unos pocos, sino que es para todos. Es una llamada al sacerdocio, a la vida consagrada, al matrimonio, al compromiso laico en medio del mundo. Es decir, a hacer presente a Cristo en medio del mundo sirviendo a las personas y a la sociedad en la que vivimos.
– ¿Qué debe hacer la Iglesia y las parroquias para despertar las vocaciones?
– Debemos preocuparnos, debemos reflexionar, debemos animar a nuestras parroquias, a los consejos pastorales y también en nuestras reuniones de arciprestazgo y de vicaría, el hacer partícipe a la gente de las actividades que se realizan a nivel diocesano, por ejemplo, en el Festival de la Canción Vocacional, o simplemente participar de esa jornada festiva en el Seminario. También se pueden tener momentos en los que podamos profundizar un poco, a través de una mesa redonda, conociendo testimonios de personas consagradas y personas que nos puedan iluminar de alguna manera en nuestro camino, o a otros, porque no un día el párroco puede compartir con su comunidad cristiana el testimonio de su propia vocación, o alguna otra persona consagrada que haya en nuestra parroquia.
– La familia siempre ha sido el lugar donde se ha despertado la vocación a ser cristiano y las llamadas o vocaciones concretas.
– La importancia de la familia es fundamental porque en ella se siembra precisamente la semilla de la vocación, donde se debe de acompañar, donde se debe de alimentar, cuidar, fortalecer. En la medida en que la familia no está realizando esta tarea, pues las vocaciones están, o las posibles vocaciones están, más solas, menos acompañadas. ¿Cómo se puede hacer, o cómo puede mejorar esto? Es que la pastoral familiar también hay que trabajarla, es decir, hay que ayudar a que las familias cumplan en este aspecto y en otros, pues el papel que están llamadas a desempeñar en el acompañamiento de las personassobre todo en su proceso de crecimiento hasta la madurez, y en medio de la sociedad, dando un testimonio de amor y entrega que muchas veces, ya lo sabemos, pues está siendo un poco complicado.
Pero de cualquier manera, dice Juan Pablo II en su libro ‘Don y misterio’, que su padre nunca le habló expresamente de la vocación al sacerdocio, pero con su ejemplo, con su manera de vivir y ser, fue para él, él lo califica así, como un primer seminario, un seminario doméstico.
Hoy nos podemos preguntar, ¿y no pueden nacer vocaciones fuera del ámbito familiar? Pues sí, claro que pueden haberlas, pero digamos que la familia debe ser el lugar natural en el que nacen, crecen y están llamadas a madurar estas vocaciones.
– ¿Es atractiva para los jóvenes de hoy la figura del sacerdote?
– Habría que recordar que también la figura del sacerdote hoy en día está como mucho más escondida, o no es tan evidente, pasa más desapercibida.
Y luego que en lo que llama la atención de los jóvenes, o lo que de alguna manera buscan imitar, pues son otro tipo de realidades, que a lo mejor están en el mundo de internet, los ‘influencers’, o personas que salen en los medios de comunicación, donde pues el ser no es tan importante, sino que lo que más cuenta es el tener. A la hora de la elección, de un estudio, de una profesión, pues a veces lo que prima más es lo que me va a dar más rendimiento. Y lo que no, pues es como que se deja un poco de lado. Todas estas cosas influyen en la decisión de la persona y en el camino que va a orientar en su vida.
Recuerdo una anécdota de una película italiana. Es una escena en la que salen una monja y un señor de mediana edad conduciendo. Y el señor le dice: «mire, yo tengo una lavandería, porque mi padre me la pasó. No me siento especialmente llamado a esto, pero me sirve para ganarme la vida. Pero lo suyo, y le dice lo suyo, ¿no le parece un poco exagerado?». Es una pregunta que muchas veces se hace a la gente. ¿No es un poco exagerado? Pues la monja le dice al hombre, «bueno, es que el amor es exagerado». Eso es así. La definición del amor es ser exagerado. Va mucho más allá de lo que uno se puede pensar. Pues yo creo que ahí hay que pensar o ayudar a pensar en esa clave. Y que en el fondo de lo que se trata es de responder a lo que somos y a lo que estamos llamados a ser. Es decir, el sentido de nuestra vida. Lo que de verdad puede hacernos felices.