03 Feb La Archidiócesis se une a la Jornada Mundial de la Vida Consagrada Con el lema “La vida consagrada, caminando juntos”
La archidiócesis de Valencia se ha unido a las celebraciones por la Jornada Mundial de la Vida Consagrada con una misa presidida por el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares.
En la misa participaron representantes de los diferentes institutos de vida consagrada y de las sociedades de vida apostólica de la Archidiócesis y los consagrados renovaron sus compromisos religiosos y apostólicos. Además, durante la misa se bendijeron las candelas, que “simbolizan la luz de Jesucristo, para conmemorar también la fiesta de la Presentación del Señor en el templo”, ha indicado el religioso dominico y vicario episcopal para la Vida Consagrada del Arzobispado, Martín Gelabert.
También con ocasión de esta jornada, las Hermanitas del Cordero celebraron una vigilia en la iglesia de Santa Catalina de Valencia.
La Jornada Mundial de la Vida Consagrada fue instaurada por san Juan Pablo II en 1997 con el objetivo de “alabar y dar gracias a Dios por el don de la vida consagrada y promover su conocimiento”. Es, además, “una oportunidad para que religiosos, institutos seculares, vírgenes consagradas y eremitas manifiesten visiblemente su fraternidad y misión común al servicio del Evangelio”.
Con el lema “La vida consagrada, caminando juntos”, los Obispos de la comisión episcopal para la Vida Consagrada invitan “a caminar juntos” desde la consagración, la escucha, la comunión y la misión. De este modo, responden a la llamada que el papa Francisco ha hecho a todos los fieles a situarse en “modo sinodal” convocando un Sínodo bajo el título “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”, que culminará en octubre de 2023.
“Mientras avanzamos en el camino sinodal” -escriben los Obispos en el mensaje publicado en esta jornada- “damos gracias a Dios por el don de la vida consagrada que enriquece a la Iglesia con sus virtudes y carismas y le muestra al mundo el testimonio alegre de la entrega radical al Señor”.
Los Obispos, recuperando unas palabras de Benedicto XVI, recuerdan que los consagrados son “buscadores y testigos apasionados de Dios en el camino de la historia y en la entraña de la humanidad”.
Artículo de Martín Gelabert con motivo de la Jornada
Por otro lado, el vicario episcopal para la Vida Consagrada del Arzobispado ha escrito un artículo con motivo de la Jornada en el que asegura que “la vida consagrada camina unida dentro de la Iglesia, dando la mano a todos los creyentes que trabajan en aquellas realidades eclesiales de las que las distintas congregaciones se ocupan por vocación y carisma, o sea, por sentirse llamados (vocación) a poner en obra una determinada gracia al servicio de los demás (carisma)”.
“La vida consagrada, y en general la vida cristiana, es una búsqueda permanente del rostro de Dios, que nos sale al encuentro en las personas y acontecimientos que piden amor, cercanía, comprensión y compasión”, añade.
Además, también subraya que “caminar juntos en la escucha de la Palabra de Dios significa ser conscientes de que solo desde la escucha previa es posible responder y dejarse interpelar”. “El consagrado, y el cristiano, es aquel que tiene siempre el oído abierto, atento a las múltiples llamadas de Dios”, precisa.
Asimismo, manifiesta que “caminar juntos en la comunión implica estar en comunión con Dios, amándole sobre todas las cosas, y en comunión con los hermanos porque ya se sabe: no se puede amar a Dios, a quien no vemos, si no amamos al hermano al que vemos, la comunión es una actitud unitaria que no conoce fronteras”.
Finalmente, “caminar juntos en la misión supone descubrir la alegría de evangelizar, de ser testigos convencidos y creíbles de Jesucristo, que es la razón y el motivo de toda nuestra vida y de todo lo que hacemos”, asegura.
Por último, añade que “la misión supone comunión con toda la Iglesia, esa Iglesia que se realiza en cada una de las Iglesias locales y, por tanto, misión implica unión con los pastores de la Iglesia. En la misión no hay rivalidad, hay alegría por los éxitos de la hermana o del hermano y lo importante es que el Evangelio sea anunciado y no los aplausos que pueda recibir mi grupo o congregación”, concluye.