La 72: un remanso de paz en México para 20.000 migrantes que buscan una vida mejor 18 de diciembre: Día Internacional del Migrante

La 72: un remanso de paz en México para 20.000 migrantes que buscan una vida mejor 18 de diciembre: Día Internacional del Migrante

  • El Hogar-Refugio recibe 300 personas al día, dándoles hospedaje, alimentación, atención médica y psicológica, acompañamiento y representación legal
  • “Actualmente los albergues sobrepasan su capacidad y la situación es de crisis humanitaria: cada día llegan a las fronteras mexicanas 16.000 migrantes”, según el coordinador de Proyectos América de Manos Unidas

 

Una joven madre sostiene a su hijo en brazos en el refugio La 72, en México (Firma: Javier Mármol/Manos Unidas)

Muy cerca de las vías por las que pasa ese tren llamado “La Bestia” se erige La 72, un refugio gestionado por los Franciscanos que brinda atención y un poco de paz a las personas refugiadas y solicitantes de asilo.

La 72 es el único lugar de Tenosique, estado de Tabasco (sureste de México), que atiende a miles de migrantes que transitan cada año por el país desprovistos de documento identificativo. «Recibimos entre 15.000 y 20.000 migrantes cada año y les apoyamos en diferentes ejes: dándoles hospedaje, alimentación, atención médica y psicológica, acompañamiento y representación legal. También en acciones de incidencia ante las autoridades migratorias y la formación de redes de acogida en las comunidades de paso», comparte Alejandra Conde Molina, responsable de área en La 72.

Las historias de quienes lo dejan todo atrás en busca de una vida mejor en un país desconocido, son desgarradoras. «El motivo de salir de mi país y emigrar para Estados Unidos fue porque las pandillas es lo peor que ha habido en Honduras y un día me quisieron meter a la fuerza y me dijeron que si no entraba me podían matar a mí o a mi familia», cuenta Franklin sin mostrar su rostro en la puerta de La 72.

Como él, cientos de personas huyen de su país de origen por diversos motivos (violencia, corrupción, cambio climático, etc). Pero el que subyace siempre es el de la pobreza extrema y la desigualdad. Kenya, una joven de 21 años, comparte, con su bebé en brazos, por qué emigró: «(Yo salí) por amenazas y violencia. Yo no tenía apoyo de nadie. A mi mamá le habían quemado la casa, y yo caminaba pidiendo en la calle».

La masacre de San Fernando

La 72 se llama así para conmemorar una tragedia: la masacre de 72 migrantes de Centro y Sudamérica en San Fernando, Tamaulipas, en agosto de 2010 a manos del cártel de los Zetas.
Un año después de este trágico suceso que estremeció al mundo nació este refugio. Y lo hizo no solo para atender a las personas migrantes que ingresan a México por la frontera con Guatemala, sino para recordar a esos 72 hombres y mujeres brutalmente asesinados.

«La 72 identifica tres grupos como los más vulnerables: menores y adolescentes no acompañados o separados de sus familias; mujeres, tanto solas como acompañadas, con hijos o pareja; y personas LGTBI». Cada uno de estos grupos duerme en un pabellón distinto y a todos se les da una atención personalizada, explica Mariana Ugarte, responsable de Proyectos en México de Manos Unidas.

Y es que la migración en México se encuentra en una situación sin precedentes. «Actualmente los albergues sobrepasan su capacidad y la situación es de crisis humanitaria. Diariamente llegan a las fronteras mexicanas 16.000 migrantes», añade Juan de Amunátegui, coordinador de Proyectos en América de la ONG.

Cuando las personas llegan a La 72 se les brindan varias opciones: la primera es iniciar el proceso de tramitación del estatus de refugiado, que les permitirá seguir su camino de forma más segura, y la segunda es descansar algunos días y seguir la ruta en situación administrativa irregular.

Manos Unidas apoya varios proyectos en América Latina enmarcados en su lucha contra la pobreza y la desigualdad. En concreto, acompaña a La 72 de México desde 2018 con un proyecto que incluye la atención integral que reciben las personas migrantes al llegar. Esto incluye acciones de incidencia ante las autoridades migratorias y la formación de redes de acogida en las comunidades de paso. Como Ashley, que partió de Honduras y para atravesar Guatemala caminó «como 10 horas» y luego para llegar hasta aquí «tardamos unos cuatro días. Si no fuese por ellos (La 72), pues no tendríamos ni donde dormir; ni quien nos diera comida e iríamos en el camino sufriendo».

Así es La 72, una Casa del Migrante que surgió en 1995 para convertirse en un Campo de Refugiados en pleno siglo XXI.