Juan Gil Nogués, doctor en Psicología: “Todos vamos a tener que  llorar en algún momento” Es orientador del Colegio El Vedat, en Torrent, y acompaña estas semanas a personas afectadas por la DANA

Juan Gil Nogués, doctor en Psicología: “Todos vamos a tener que  llorar en algún momento” Es orientador del Colegio El Vedat, en Torrent, y acompaña estas semanas a personas afectadas por la DANA

Tras la tragedia vivida estos días en Valencia hay una gran preocupación por la salud mental de todos las personas afectadas, directa o indirectamente. Una preocupación mayor en las personas más vulnerables y en los niños y los jóvenes, que se han enfrentado a un episodio que nunca olvidarán. Juan Gil Nogués, doctor en Psicología y orientador del colegio El Vedat, en Torrent, que acompaña estas semanas a personas afectadas, nos da algunas claves de lo que está ocurriendo y cómo afrontarlo. 

(Foto: I. Miñana/ Delegación Medios Comunicación Arzobispado Valencia)

¿Cómo estamos viviendo todos esta situación y concretamente los afectados y los niños y jóvenes?

Hay una situación de incertidumbre muy grande. Ni los niños ni los mayores hemos vivido esta situación y eso hace que esté absolutamente fuera de nuestra alcance, incluso imaginario, y cuando uno se traslada a determinados lugares piensa que está prácticamente como en una película.

Entonces el hecho de que esté aconteciendo todo esto también hace que las personas estemos en un estado de alerta, de tensión. Para nosotros puede ser el episodio más importante, como lo fue para generaciones  anteriores, la Riada del 56 o lo de Tous y quizás a lo mejor nunca vamos a vivir otra situación así, Dios lo quiera. Es una situación muy impactante, que hay que saber gestionar con ellos, hay que saber atenderles, escucharles, acogerles, no minusvalorar para nada lo que nos digan, ponerlo en valor, validarlo, eso creo que es muy importante.

Incluso puede haber actitudes de distanciamiento, negación, como de aquí no ha pasado nada. Y eso no es así. Ha pasado mucho, creo que es el primer contacto que la sociedad valenciana tiene de una manera tan impactante con la muerte, han habido muchos fallecimientos, muchas pérdidas materiales, de negocios, hay una gran afectación, entonces yo creo que eso, aunque solo sea por el trauma vicario, es decir, de ver cómo otros están sufriendo, también hace que nosotros suframos. Ahora mismo tenemos que estar muy pendientes de esos niños y de esos adolescentes pero también de los mayores.  

¿Podemos hablar de que pueda haber una vuelta a la normalidad?

Es importante que tengamos claro que esa vuelta a la normalidad no va a ser tal. En las zonas afectadas no va a haber vuelta a la normalidad en mucho tiempo. Por cierre de colegios, porque los propios colegios incluso se están utilizando como puestos de mando. Tampoco para el resto de Valencia hay normalidad porque hay muchos colegios que están asumiendo alumnos de otros centros. Está habiendo muchos cambios, muchos cambios de golpe y muchos cambios inesperados. Entonces, en el terreno por ejemplo de la educación esa vuelta a la normalidad hay que hacerla de una manera progresiva. 

Podemos pensar que esto se olvida haciendo matemáticas, haciendo lengua… y hay que volver al currículo enseguida. Esto sería una negación por parte del profesorado y de las instancias educativas. De hecho, se nos insta desde Conselleria, muy positivamente, por cierto, y con guías muy claras a que, no prioricemos en estos momentos los contenidos curriculares. Que prioricemos la atención a los niños. Y de hecho, creo que pueden salir cosas, y están saliendo cosas muy bonitas y muy buenas. A los propios profesores que están haciendo ese taller, esa intervención, les está sorprendiendo enormemente cómo los niños han procesado todo o cómo en su cabeza incluso van muy por delante de los adultos. Porque como no tienen ningún tipo de prejuicio, son más fáciles o les cuesta menos expresarlo. Por eso creo que tenemos que aprender a aprovechar esta situación para ayudarles y para estar muy cerca de ellos. 

(Foto: V. Gutiérrez/ Delegación Medios Comunicación Arzobispado Valencia)

En estos días en que por tu profesión estás atendiendo a niños y jóvenes afectados. ¿Cómo lo están viviendo  y cómo acompañarles?

Creo que algo importante es dejarles campo abierto para que ellos puedan expresarse. Muy especialmente aquellos que han estado en zonas afectadas, que es una población muy amplia. Incluso la gente que no se ha visto afectada directamente podemos pensar que no han sufrido nada pero eso no es verdad. Yo creo que todos vamos a tener que llorar en algún momento.

Y es muy bonito ver cómo darles posibilidad de esa expresión les ayuda mucho a ventilar, a expresar, a saber decir. Y les ayuda a poner nombre a cosas como el miedo, la ansiedad, la irritabilidad, la desesperanza, el duelo. También es importante saber que hay muchos tipos de miedos. Porque puede haber miedo personal, puede haber miedo respecto a lo que han visto incluso. Hay niños que han visto cosas, pero no solo en directo, sino también luego en la tele: “¿Qué está pasando? ¿Qué está pasando, papá? ¿Qué está pasando, mamá? ¿Y eso por qué? ¿Y qué es la dana? ¿Y por qué ha pasado esto?” Los cristianos incluso recibimos preguntas de ¿y por qué Dios permite esto? O sea, creo que eso tiene un calado muy importante y un peso muy importante para el desarrollo espiritual incluso de un niño.

Yo creo que es importante dar respuesta, tener capacidad para dar respuesta. No porque haya que decirles algo de manera inmediata, sino porque a lo mejor la respuesta es escuchar. La respuesta está en validar, en decirle que es normal que te sientas así. Decirles “yo también me siento así, yo he sentido eso también. Es normal que de alguna forma hayas vivido esa situación”. Y eso a ellos les reconforta mucho. Estos días me contaba un profe que les había dicho a los alumnos que él había llorado.  Cuando los niños ven eso, que su profesor ha llorado, era como mirarse entre ellos y decir entonces nosotros también podemos llorar. Y eso genera un ambiente seguro, en donde nadie va a enjuiciar por qué yo lloro. Porque a veces incluso se ve negativamente el llanto cuando es una cuestión de ventilación y es una cuestión de no somos mejores porque no somos vulnerables, sino todo lo contrario. 

Estamos ante situaciones difíciles. Tengo el caso de una familia que pierde a un ser querido unos días antes y luego la DANA lo ha arrasado todo, los negocios, las casas, las pertenencias. Me parece impresionante la manera en la que el niño cuenta todo.  Y cómo hay que ayudarle a construir un relato para todo eso. Porque es un niño de ocho años y necesita respuestas, es su primer contacto con la muerte, ya que ya en esa edad es una cuestión muy importante porque es cuando se asienta. De los siete a los diez años es cuando se asienta. Todo esto hay que encajarlo y procesarlo pero de una forma adecuada para que luego haya un desarrollo armónico de la personalidad. Porque eso va a afectar mucho.

Estamos viendo tambén como muchos adultos lo niegan. Dicen “salimos de esta”. Claro, todos queremos salir de esta pero hay que hacerlo de una manera ordenada porque las cabezas están muy impactadas. 

(Foto: V. Gutiérrez/ Delegación Medios Comunicación Arzobispado Valencia)

Respecto a las pérdidas materiales, ¿la sufren más los adultos que los niños?

Así es, la pérdida material quizás la sienten más los mayores. Nos preocupamos muchísimo porque tenemos esa seguridad. Es una falsa seguridad, por otro lado. La seguridad deberíamos tenerlas en nuestras creencias, en el Señor, en el aliento de la persona que te cuida espiritualmente incluso. De hecho, estamos viendo ejemplos de sacerdotes impresionantes que están dejándose la piel. Y no solo los sacerdotes, también voluntarios que lo hacen por el Señor, por Cristo. 

Volviendo al tema, es verdad que los niños no están tan preocupados por lo material. Los niños en el colegio están preocupados por cómo está su compañero, por si estará bien, por cuándo vendrá al colegio, cuándo se incorporará y pensando si le llamamos, le decimos algo, hacemos una videollamada…  Es muy bonito ver cómo ellos están preocupados unos por otros. Eso es una pasada. 

Creo que es bueno que compartamos con los hijos también lo que nos está ocurriendo a nosotros. Y poder darles explicación. Porque cuando ellos nos vean teniendo una explicación clara respecto a determinados aspectos o cosas, van a tener ellos la seguridad de que de eso se puede hablar. De que de eso no hay pega. Se trata de generar, tanto en casa como en el colegio, entornos seguros. 

Y tener en cuenta que lo material es algo que no solo no es importante, sino que es absolutamente secundario. Nos tenemos los unos a los otros, nos podemos apoyar, nos podemos abrazar, podemos sonreír. Podemos escuchar. 

Ahora las personas afectadas están recibiendo mucha ayuda, hay una gran ola de solidaridad, que es fantástica. Pero poco a poco esa ayuda irá yendo a menos

Es fantástico, pero es verdad que va a haber un momento en que toda esa gente que está ayudando irá desapareciendo progresivamente. Se van a tener que enfrentar a vivir solos y a buscarse más la vida. Bueno, para ese momento estamos empezando a prepararnos porque somos conscientes de que esto va a ocurrir.

Por otro lado, muchos voluntarios ya manifiestan estar agotados, cansados, dicen “ya no puedo más, esto me supera..”. Claro, porque es verdad que todos hemos puesto mucho empeño en los primeros días y creo que hay que regularse. Yo sí que transmitiría un mensaje de que tenemos que cuidarnos. Tenemos que intentar, de alguna forma, dosificarnos. Y es difícil, porque cuando uno vive una situación tan apremiante es difícil no regularse. . Hay que estar preparados para estar un año disponibles. Y uno puede pensar, un año, claro, pero un año a este ritmo no podemos vivirlo. Y por lo tanto, si de verdad queremos ayudar, hay que dosificarse. Y entonces yo sí que animo a la gente a que se dosifique, a que si está cansada descanse. También creo que desde las asociaciones empresariales, las asociaciones sin ánimo de lucro, pues hay que dar un paso adelante también, que seguro que se darán para apoyar a toda esta gente. Y no olvidemos que nos jugamos la salud mental de varias generaciones.