El Presidente de la CEE y el Nuncio inician la Asamblea de los Obispos con la atención en los afectados por la DANA Mons.Argüello: “El Estado y el mercado necesitan del don para regenerarse y abandonar toda pretensión mesiánica”

El Presidente de la CEE y el Nuncio inician la Asamblea de los Obispos con la atención en los afectados por la DANA Mons.Argüello: “El Estado y el mercado necesitan del don para regenerarse y abandonar toda pretensión mesiánica”

  • Nuncio Mons. Auza “No ha faltado, a pesar de la oscuridad, la grandeza de tantos corazones, generosos y sensibles ante la situación”

El Presidente de CEE, Mons. Luis Argüello y el Nuncio  apostólico en España, Mons. Bernardito Auza, han iniciado la 126ª Asamblea Plenaria de los Obispos españoles con la atención en los afectados por la DANA.

En la sesión inaugural, hoy, de la Asamblea Plenaria, el presidente de la CEE, Mons. Luis Argüello, ha afirmado que a la hora de realizar una mirada a la realidad de la vida española en los últimos meses, “he de añadir la catástrofe provocada por la descomunal riada de los últimos días de octubre, provocada por una DANA, que ha desbordado de lágrimas la vida de tantas familias y realizando destrozos que creíamos solo posibles en tierras lejanas o en pantallas de cine. El asombro dolorido permanece en nuestra retina y en nuestro corazón. La tragedia es inmensa y el desgarro en personas, familias y todo el tejido económico y social no es fácil de recoser la pérdida de los fallecidos es humanamente imposible. Con las lágrimas aún en el corazón, ¿a dónde mirar?, ¿dónde encontrar una tabla de salvación?, ¿quién tiene la culpa?, ¿quién hace justicia a los muertos?”

El presidente de la CEE ha asegurado que “en estos días, los análisis, comentarios y gritos han sido abundantes sobre las causas, las consecuencias y las respuestas ante un hecho en el que la naturaleza ha dicho: «Aquí estoy», con toda su fuerza avasalladora. Se habla de la tecnología de prevención y aviso, de la coordinación de respuestas en el Estado autonómico, de la relación entre los políticos y del uso calculador y politiquero de todo lo que ocurre, del «pueblo que salva al pueblo»… Podemos ir hacia atrás, al urbanismo de las últimas décadas, al calentamiento del Mediterráneo a causa de nuestro sistema de producción y consumo, a la conveniencia de construir presas y embalses, a la defensa de las cosas aun a riesgo de la vida propia y ajena, etc. Con la culpa podemos jugar ad infinitum. Si al menos sirviera para descubrir una culpa originaria, un misterio de iniquidad que rompe la armonía, no solo entre los corazones, sino también en el cosmos que muestra el rostro feroz del caos en tantas ocasiones. ¿A quién mirar? Ni el Estado ni el mercado pueden salvarnos, aunque en el último tramo del tiempo moderno se hayan presentado como salvadores que pueden cumplir lo que prometen. Reducidos a consumidores y votantes, mercado y Estado nos proponen una salvación, ¡el progreso!, que no basta.

Pero, la tragedia ha vuelto a despertar un alma común y fraterna, un deseo de compartir y ayudar, un don que no es comercio y un compromiso que no es voto. El Estado y el mercado necesitan del don para regenerarse y abandonar toda pretensión mesiánica”. Mons. Argüello ha enfatizado que “la fraternidad ejercida en estas semanas es un indicador de la bondad que anida en el alma humana como la respuesta adecuada a nuestra vulnerabilidad irremediable. Sí podemos gritarlo de nuevo: el corazón humano está bien hecho, es hijo del amor y llamado al amor, pero está herido. En estos días también hemos visto la rapiña y el populismo de la antipolítica. Por eso, la pregunta sigue en pie: ¿quién nos librará de la culpa originaria de la que brotan la codicia y la dominación?, ¿quién nos dará esperanza ante la muerte? Muchos están descubriendo en estos días que en la entrega de la vida se descubre el secreto de su significado. Este acontecimiento catastrófico nos llama a la humildad y a la esperanza y paciencia activas”.Al inicio de su discurso inaugural, el presidente de la CEE expresó “en nombre de todos, permitidme elevar una oración por el eterno descanso de los fallecidos a causa de las feroces inundaciones vividas en Valencia, Albacete y otros lugares de nuestra tierra, Un abrazo a los damnificados con el compromiso de seguir con nuestra ayuda material y espiritual; también un reconocimiento agradecido a quienes protagonizan una «ola de solidaridad», ha afirmado Mons. Argüello.

Por su parte, el Nuncio apostólico en España, Mons. Bernardito Auza, quien también visitó algunas zonas afectadas por la DANA acompañado por el Arzobispo de Valencia, ha señalado “como ya ha recordado Mons. Argüello, todavía no hace un mes el impacto de la “gota fría” que ha sembrado destrucción. El Papa se ha manifestado muy sensible a esta tragedia que ha perjudicado a Valencia, Albacete que han llorado víctimas. Han superado con creces las doscientas, son doscientas diecinueve. Repito aquí, por lo que mi cargo representa, las expresiones de cercanía, de dolor, de coraje y de esperanza, así como la seguridad de su oración por los desaparecidos y los fallecidos. En la situación no ha faltado el arrojo de los jóvenes y la colaboración de los mayores. No ha faltado, a pesar de la oscuridad, la grandeza de tantos corazones, generosos y sensibles ante la situación. Me uno también a las expresiones de este episcopado deseando lo mejor para las zonas damnificadas y paliando generosamente a través de las Cáritas y otras formas de organización para llevar alivio desde las Diócesis. De hecho, así es el corazón humano. Cuando se compadece, es capaz de una generosidad que tiene en cuenta el bien del otro”.

El Arzobispo de Valencia, Mons. Enrique Benavent, presidirá mañana martes 19 de noviembre, a las 19.00 horas. la eucaristía convocada por la Conferencia Episcopal Española (CEE) en la catedral de la Almudena en Madrid, en memoria por las víctimas y por los afectados de la DANA en Valencia.

En su discurso inicial Mons. Argüello también ha tenido un recuerdo para el obispo valenciano Mons. Vicente Juan, “encomendamos también a la misericordia de Dios el alma de nuestro hermano, obispo auxiliar emérito de Valencia”, fallecido el día 11 de octubre de 2024.