10 Feb El Patriarca restaura cuatro lienzos del siglo XVI Más de 500 obras pictóricas componen su tesoro artístico y patrimonial
Más de 500 obras pictóricas componen el impresionante tesoro artístico y patrimonial del Real Colegio Seminario de Corpus Christi, además de esculturas, tablas, marcos, orfebrería, ornamentos litúrgicos… Decenas de esas piezas pueden ser disfrutadas en todo su esplendor por la ciudadanía valenciana en el Museo del Patriarca (c/ La Nave, 1 de València).
El inexorable transcurrir de los siglos obliga a un continuo trabajo de conservación de las numerosísimas obras que se han ido acogiendo en esta institución, desde su fundación en 1583 por san Juan de Ribera, que fue arzobispo de Valencia y Patriarca de Antioquía durante 42 años.
Esas labores de conservación se vienen realizando “gradualmente y desde hace más de 30 años”, explica Daniel Benito Goerlich, director del Museo del Patriarca y conservador del patrimonio artístico del Real Colegio Seminario de Corpus Christi. La clave está en conseguir los recursos necesarios para realizar dichas restauraciones y, más allá de los medios propios, existen dos vías fundamentales.
Por un lado, se puede conseguir el acuerdo con grandes entidades o empresas que asuman el coste: así sucedió con la Fundación Iberdrola y la Real Fábrica de Tapices, entre 2013 y 2018, en el caso de la recuperación de los valiosos tapices del siglo XVI que se pueden contemplar en la Capilla de la Inmaculada, también conocida como Capilla del Monumento. La segunda manera para poder restaurar las piezas consiste en aprovechar los convenios que se firman para realizar préstamos temporales de bienes culturales y que se establecen con otras instituciones para exposiciones determinadas. “Si las piezas que se van a prestar necesitan restauración, se pactan estos trabajos con los organizadores de las exposiciones” apunta Benito Goerlich. No obstante, en el caso de que la obra que se va a ceder está ya en buena condición, “pedimos que la entidad prestataria asuma a modo de cuota de préstamo la intervención sobre otro objeto que la necesite”.
De esta manera, el Colegio de Corpus Christi ha podido acometer en los últimos dos años la restauración de los cuatro, lienzos y tablas, que hoy se presentan a la sociedad valenciana y que se han podido recuperar gracias a la eficiente labor desarrollada por los restauradores Andrés Ballesteros Labrado (Restauradores Pro Art), Salut Díez Reyes y Ana Villalba Alpera.
Sagrada Familia y San Juanito
Sobre lienzo, de medias figuras y tradición juanesca. Se trata de un tema frecuente en la iconografía religiosa en general “y específicamente en los cuadros de devoción característicos de Juan de Juanes” detalla el director del museo. Destaca en la obra cómo “el niño Jesús se incorpora sobre un cojín para abrazar la cruz”.Este tema indica “la disposición del Verbo encarnado de culminar la redención humana en el sacrificio de la cruz”. “Al mismo tiempo”, explica Daniel Benito, “vemos cómo el pañal que cubre las caderas se convierte en transparente con la intención de hacer visibles los genitales de Jesús. Este hecho tiene un sentido teológico muy importante: reafirma la doctrina principal del catolicismo que es la realidad de la encarnación de Cristo, como dice san Pablo, «semejante en todo a nosotros, menos en el pecado»”. Esta pintura se conserva en la sala rectoral del Real Colegio Seminario.
Jesús Eucarístico
Obra de Juan Ribalta (Madrid, c. 1596-Valencia, 1628). El cuadro muestra la figura de Jesús de busto, en el acto de la institución de la Eucaristía, “sosteniendo en alto la forma consagrada mientras señala con su dedo, incluso introduciéndolo, el cáliz, que de hecho es una fiel representación del Santo Cáliz de la Cena que se conserva en la Catedral de Valencia”.
“Podría atribuirse a Juan Ribalta por la característica delicadeza de su ejecución y por su sensibilidad tan exquisita”, afirma el conservador. La pintura ha llegado a nosotros “muy maltratada e incluso hay partes que no han podido recuperarse puesto que fueron barridas en restauraciones anteriores agresivas en exceso”. “Es una obra hermosa y muy refinada” destaca Benito Goerlich. El cuadro debió ser encargado por el propio Juan de Ribera de quien conocemos “su intensa devoción eucarística y que destacaba en ella la importancia sustancial de la sangre redentora”, esa sangre que señala Jesús en la imagen del cáliz. Es la única de las cuatro piezas intervenidas que todavía está pendiente del último barnizado, así como de completar la restauración de su marco.
San Cristóbal
Lienzo anónimo, pero según la iconografía que creó Orazio Borganni (Roma, h. 1575-1616) en el s. XVI. “La devoción a san Cristóbal fue muy importante en época medieval y moderna” comenta el director del Museo del Patriarca. La leyenda lo representaba como un gigante corpulento que podía atravesar las aguas de un río caudaloso sin ahogarse y que vivía transportando a las personas de una orilla a otra. “Es una representación frecuente en toda Europa, usualmente de gran tamaño, presente en muchas iglesias y catedrales, aunque también se le podía encontrar en la fachada de algunas casas puesto que se creía que “rezar una invocación a san Cristóbal tenía como recompensa evitar una muerte súbita en ese día y por tanto el temor a morir sin confesión y sin recibir los sacramentos”, cuenta Daniel Benito.
El cuadro representa el momento en el que san Cristóbal ayuda a un niño puesto sobre sus hombros a cruzar el río y “de repente, el niño cada vez pesa más, por lo que el santo empieza a hundirse. Entonces, el pequeño le explica que es Jesús y que el peso que carga no es sólo el suyo, sino que se añade el peso del mundo que lleva sobre sí”. Este encuentro habría servido para convertir a Cristóbal. Parece, además, por su disposición, que el niño que sostiene “sobre sus hombros le anima, le da energía y fuerza para seguir adelante”. En este sentido, dice el conservador, “recoge perfectamente el sentido original de la devoción: Cristóbal significa el que lleva consigo a Cristo’ y, en definitiva, sería la conciencia de que cualquier cristiano portando a Jesucristo es imbatible ante las adversidades de la vida”. La obra se puede visitar en el Museo del Patriarca, junto otras 70 piezas de gran valor patrimonial e histórico.
Sagrada Parentela
Tabla que se atribuye a Miguel del Prado (fl. 1518-Murviedro, Sagunto, 1521). Podría también denominarse Sagrada Familia, pero la cantidad de personajes que aparecen hace que Daniel Benito amplíe la perspectiva. La Virgen, típica Madonna sedente, se sitúa en el centro con Jesús “desnudito” y alrededor de ella vemos a diversos “santos familiares”. En principio el asunto podría referirse a las tres santas madres. Así a la Madre de Jesús la acompañarían, flanqueándola, las de los Santos Juanes, Bautista y Evangelista, representadas a ambos lados. “Su prima, Santa Isabel, presenta a su hijo con el corderito, mientras su hermana, María Salomé, aparece con un cesto de frutas y acom- pañada de su esposo Zebedeo, que nos mira directamente, al modo en el que algunos pintores suelen incluir en el cuadro su autorretrato”. A sus pies, “sanjuanito” escribe inspirado su evangelio sobre una mesilla. Otros elementos configuran un paisaje “inspirado en la pintura italiana de la época” y completan “esta fotografía de familiares de Jesús”: la vista de una amplia bahía surcada por una nave, que podría ser el mar de Galilea o lago de Genesaret y una población fortificada al final de un camino “por el cual María y José, guiados por los ángeles, ascienden como dirigiéndose a Belén para cumplir con las obligaciones del censo”. El embarazo de la Virgen “está significado por un sol sobre su vientre hinchado” que puede hacer referencia a las palabras del Cántico de Zacarías: Nos visitará el sol que nace de lo alto. El lienzo se encuentra expuesto en la sala de mapas del Colegio del Patriarca.