23 Nov «El corazón de Cristo y el Papa Francisco», por Santiago Bohigues, delegado de Espiritualidad Artículo de opinión sobre la Encíclica escrita sobre la devoción al Sagrado Corazón
El Señor ha querido darnos un Papa jesuita para regalarnos una Encíclica sobre la espiritualidad del Corazón de Cristo, desde el espíritu del Concilio Vaticano II, para los tiempos presentes y futuros.
Este documento del Papa Francisco es la cuarta Encíclica escrita sobre la devoción al Sagrado Corazón: el Papa León XIII publicó Annum sacrum en el año 1899, el Papa Pío XI publicó Miserentissimus Redemptor en el año 1928, el Papa Pío XII publicó Haurietis aquas en el año 1956 y ahora, el Papa Francisco ha publicado Dilexit nos en el año 2024.
Esta Encíclica ahonda «sobre el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo», «para volver a proponer hoy, a toda la Iglesia, este culto cargado de belleza espiritual» en el contexto de la celebración de los 350 años de las revelaciones del Corazón de Jesús a Santa Margarita María de Alacoque. Es deseo del Papa de presentar a toda la Iglesia «las preciosas reflexiones de anteriores textos magisteriales y una larga historia que se remonta a las Sagradas Escrituras».
Son cinco los capítulos de esta Encíclica: en el primer capítulo el Papa Francisco realiza una profunda reflexión de lo que es realmente el corazón diferenciándolo del sentimentalismo o de la simple emotividad, en el segundo se detiene en la importancia de los gestos y de las palabras para no quedarnos en un simple intimismo desencarnado, en el tercero profundiza en el verdadero amor afectivo del Corazón humano-divino del Señor y de su vinculación a la Trinidad, con el magisterio reciente y la profundización y actualidad para hoy.
Francisco recoge en su magisterio sobre el Corazón de Jesús la rica tradición eclesial de sus antecesores e incorpora ciertos matices con los que propone esta devoción como fuente de renovación de la vida de la Iglesia; es puerta para la esperanza en un mundo acosado por las guerras, los desequilibrios sociales, económicos, el consumismo desenfrenado o las nuevas tecnologías que corren el riesgo de distorsionar la esencia misma del hombre.
El cuarto capítulo habla de lo que lleva a la persona a la consagración al Corazón de Jesús, la sed del amor de Dios y el consuelo de Dios («Dios nos ama con verdadero amor humano») y vincula esta espiritualidad a grandes santos de ayer y de hoy: Santa Margarita María de Alacoque, San Claudio de la Colombiêre, San Francisco de Sales, San Carlos de Foucauld y Santa Teresita del Niño Jesús. Se dirige a la Compañía de Jesús, fundamentando la profunda unión de la espiritualidad ignaciana a la espiritualidad del Corazón de Cristo.
En el quinto capítulo se habla de la historia de la espiritualidad del Corazón de Cristo y se profundiza en la importancia de la reparación en la vida cristiana; una verdad también para hoy y para el mañana de la Iglesia: la Iglesia está para enamorar al mundo y ponerse al servicio irradiando la verdad del amor humano-divino de Jesús.
En su presentación del documento que se iba a publicar, el Papa Francisco compartió un deseo profundo: «Creo que nos hará mucho bien meditar sobre diversos aspectos del amor del Señor que pueden iluminar el camino de la renovación eclesial; pero también que digan algo significativo a un mundo que parece haber perdido el corazón».
El símbolo del Corazón de Jesús es para el Papa recuerdo permanente de que en la vida cristiana «Dios nos primerea»; en palabras del apóstol San Juan: “Él nos amó primero” (1 Jn 4, 19). La devoción al Corazón de Jesús no supone contemplar simplemente una imagen, o venerar una reliquia, o recitar una serie de plegarias u otras prácticas devocionales; eso será consecuencia nunca su razón de ser.
La dimensión social del culto al Corazón de Jesús es algo que el Papa Francisco no ha dejado pasar: une esta Encíclica con dos documentos fundamentales de su magisterio sobre la doctrina social de la Iglesia: Laudato si y Fratelli Tutti. Es la clave fundamental para poder entender en profundidad su pensamiento social para el mundo.
La verdadera devoción al Corazón de Jesús es vivir el cristianismo a la luz del misterio del Corazón de Cristo; es vivir la vida diaria iluminada por la fe en el amor de Jesucristo, revelación del amor del Padre y fuente de su deseo de salvación-redención para el mundo de hoy, es ir al corazón de la liturgia, de la pastoral, de la acción caritativa; es vivir con un corazón abierto y permanentemente entregado que es obra del Espíritu Santo en el interior del hombre.