25 Sep Hogar Mare de Déu de Cáritas: Cuando el migrante tiene rostro de niño Este domingo, Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado
Nos recuerda el papa Francisco en su mensaje por la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado de este año que los migrantes “experimentan a Dios como compañero de viaje, guía y ancla de salvación”. El Señor se hace presente en el Hogar Mare de Déu dels Desemparats i dels Innocents para acompañar a sus jóvenes y niños que salen de sus países para poder tener una mejor vida, unos huyendo de la pobreza, otros de los conflictos bélicos y algunas, en el caso de las chicas, de matrimonios forzosos.
BELÉN NAVA
Arman es indio. El Hogar Mare de Déu dels Desemparats i dels Innocents de Cáritas Valencia ha sido para él, precisamente eso, un hogar en el que se ha sentido acogido, querido y comprendido. Con trabajo en una pizzería, su vida nada tiene que ver con la que dejó en su país de origen desde donde llegó “en busca de un futuro mejor”, asegura.
India no es una de las rutas migratorias más conocidas, pero no por ello está exenta de peligro. Bien es cierto que el flujo migratorio varía dependiendo del nivel de estudios de aquellos que deciden abandonar su hogar en busca de una nueva vida. Su origen marca una gran diferencia en los flujos migratorios. Los jóvenes con mayor nivel de educación de las ciudades eligen Canadá como destino, al que acceden con visado de trabajo o de estudio.
La migración no reglada, la ilegal, sigue las rutas de los traficantes y está conformada por aquellos que pertenecen a las castas inferiores. En este caso el destino que eligen son los Emiratos Árabes Unidos, donde los indios (casi 4 millones, el 38% de la población local) que trabajan principalmente en los sectores de la construcción y el transporte.
Llegar a Europa, como lo hizo Arman, es algo excepcional. Una vez llegados a los Emiratos, muchos de ellos trataban de viajar a Serbia donde estaban exentos de visa. Y desde allí cruzaban las fronteras hacia cualquiera de los países del espacio de Schengen. Sin embargo también se ha detectado su entrada a Europa a través de Rusia, Bielorrusia y Kazajistán como países de tránsito.
Arman sueña con poder montar su propia pizzería y ser dueño de su negocio. Apenas tiene contacto con su familia en India. “ Mi amigo sí que ha hablado una o dos veces con mi familia y todo está bien”, asegura. Aunque realmente su familia es su hermano, que viajó con él hasta España, y los chicos y chicas del Hogar donde ha residido a lo largo de estos último años. Con ellos ha recorrido este verano el Camino de Santiago. Y aunque reconoce con una sonrisa que ha sido una experiencia buena no puede dejar de quejarse “de la cantidad de cuestas que tenía el camino. Ha sido muy cansado”.
El Hogar Mare de Déu dels Desemparats i dels Innocents es un crisol de culturas. Sostenido con las historias y vivencias de los chavales que viven en él y apoyados por una red que tejen día a día todos aquellos que trabajan por y para ellos en el centro. Laura, trabajadora social del centro, nos recuerda que “hay que pensar que con su edad han venido solos a nuestro país. Muchas veces huyendo de guerras, de situaciones conflictivas graves y otras, como en el caso de las chicas, de matrimonios forzados o incluso de trata”. Son experiencias duras. “Desde un chico que vino en patera con su amigo, y éste falleció en la travesía…hasta otro que, proveniente de un país subsahariano, cuando llegó a una de las fronteras, le dieron una paliza, le partieron los dientes y a su mejor amigo, con el que venía, lo mataron delante de él”.
“A día de hoy, me sigue sorprendiendo que muchos de estos chiquillos que vienen de una situación de exclusión máxima en sus países, se sienten mal por estar aquí, con todas las necesidades cubiertas. Se sienten mal porque sus familias, sus familiares, siguen teniendo necesidades, problemas, hambre, penurias…”
“Nuestra cultura cada vez está más acomodada, cada vez somos más egoístas, más individualistas, miramos más por nosotros mismos. Simplemente plantéale a un adolescente si estaría dispuesto a viajar a otro país sabiendo que puedemorir simplemente por ayudar a tu familia. Aquí tenemos chicos que lo primero que han hecho con su primera nómina es comprar una vaca para que su familia pueda tomar leche, porque tuvieron que vender esa vaca para que ellos pudieran venir. Ese amor, por mucho que pasen los años, esa fraternidad, ese cariño y ese arraigo que tienen a la familia, me sorprende. Me sorprende porque en la sociedad de hoy en día vemos a gente muy buena, pero vemos como que la sociedad es más individualista”, explica Pablo Mascaró, director del Hogar Mare de Déu dels Desemparats i dels Innocents. “Ellos tienen un arraigo, un cariño y un amor a sus familiares, a su tierra. Lo que ellos buscan es ayudar y mejorar su vida. A toda esta gente que les está juzgando continuamente les podríamos preguntar…si tú en donde vives no tienes qué comer, ¿no estarías luchando para poder comer tú o para darle de comer a tu madre? Cuando tú les pides que formulen un deseo te dicen que lo único que piden es poder volver a su país, aunque solo sea durante 10 minutos, y darle un abrazo a su madre, darles las gracias y poder volver”.
“Recomponer” a esos chavales es una de las tareas que se realizan desde el Hogar. “Con mucho cariño, mucho trabajo, mucha atención de escucharlos, pero también con la exigencia que requiere el tener que crecer más deprisa que lo haría uno de nuestros hijos…ellos se han hecho de repente mayores”. Y “ahí está la exigencia del proyecto, de conseguir objetivos. Ellos vienen con las ideas muy claras de querer estudiar, de querer avanzar, de querer ser alguien en la vida, y salen de aquí y consiguen con sus primeras prácticas un trabajo. Seguimos teniendo contacto con ellos porque al final esta es su casa y vuelven, y te cuentan sus éxitos…éxitos que también los consideramos como nuestros. Esa es la mayor recompensa”.
Crear un entorno seguro para ellos es uno de los objetivos del Hogar residencia Mare de Déu dels Desemparats i dels Innocents que realiza su acción, principalmente con menores con edades comprendidas entre los 12 y los 18 años, en situación de riesgo o exclusión social bajo tutela y guarda de la Generalitat Valenciana.
Con este proyecto se crea un recurso de acogimiento residencial que posibilita un entorno de convivencia seguro, inclusivo y abierto a la diversidad y en el que se garantiza la equidad en el acceso a los derechos, la igualdad de trato y oportunidades, la participación activa en todas las decisiones que afecten a los menores de edad, un abordaje integral de todos los ámbitos vitales y sociales, así como la promoción de oportunidades de emancipación y vida independiente.
Los vínculos entre los menores y los trabajadores y voluntarios es el de una gran familia. Laura es para muchas de las chicas como una “hermana mayor”. Siempre está ahí, las escucha, aconseja e incluso riñe…”y eso es un orgullo”.
Pero también es importante regularizar su situación en nuestro país. “La situación administrativa es súper importante. Suelen venir sin documentación del país de origen y tenemos que trabajar con consulados y embajadas para conseguir su documentación y de ahí poder solicitar el permiso de residencia y trabajo”, explica Laura.
La educación y la formación es algo esencial. “La escolarización es obligatoria en caso de menores de 16. Y en los mayores de 16 pude acceder a los cursos de Labora. Algunos de ellos optan por cursar Ciclos de Grado Medio e incluso tenemos a una de nuestras niñas haciendo Bachillerato”.
Dios camina con su pueblo
‘Dios camina con su pueblo’ es el lema de la Jornada Mundial del Migrante y del refugiado 2024, y al igual que nos dice el papa Francisco en su mensaje, la Iglesia en Valencia camina con los menores del Hogar residencia Mare de Déu dels Desemparats i dels Innocents. “Somos unos afortunados por pertenecer esta diócesis y porque nuestra Iglesia se abre y se acerca mucho a nuestra realidad”, comenta el director del Hogar.
“Nuestra Iglesia está siempre presente a través de las distintas realidades que tenemos en la diócesis. Tenemos parroquias que nos traen ropa para los menores. Prendas muy específicas que les hemos pedido como chaquetas, camisetas… Tenemos también al movimiento Juniors M.D. que cada verano posibilita que chicos y chicas de nuestro hogar vayan a campamentos”, explica. Y es que los niños “vienen muy contentos porque se sienten integrados, han sido partícipes de todo y se han sentido queridos. También el movimiento ha permitido que tres niñas hayan podido realizar los cursos JEA de la Escuela de Animación…se han llevado una imagen de una iglesia abierta, pese a que ellos pertenecen a otra cultura, otra creencia, otra religión…pero respetan la nuestra y admiran su apertura hacia ellos”.
Y es que, tal y como dice el Papa, “no tenemos que excluir a nadie. Tenemos que estar con todas las realidades que nos encontramos en nuestra sociedad. Una sociedad que es muy diversa y cada vez lo es más”. Pablo no duda en agradecer a todas las personas que conforman la Iglesia en Valencia, “desde voluntarios de Cáritas, jóvenes del movimiento Juniors M.D., Colegios Diocesanos…y en alguna ocasión nos sentimos desbordados por esa gratuidad y ese interés”.
Y ese caminar ha ido cambiando con los años. “El Hogar es una adaptación continua. La realidad va cambiando, los chicos van cambiando…llegan pequeños; llegan mayores; llegan chicas; llegan menores que los han abandonado; llegan chicas que las han traído con un objetivo de trata o por matrimonios forzosos…” Y también llegó el conflicto bélico en Ucrania y “empezaron a llegar niños rubios”, indica Pablo. “Niños muy necesitados, niños que saben cómo está su país, con sus padres en el frente de la guerra…niños que hablan con sus padres cuando estos salen del búnker en el que están escondidos. Todos tienen un daño emocional muy grande, pero muy diferente. Vamos formándonos, vamos pidiendo ayuda y adaptándonos a la necesidad”.
Pablo reconoce que el profesional y el Hogar se tienen que adaptar a la necesidad que tiene el acogido, “no el acogido a la situación que tenemos”. Y siempre “dejándonos guiar por el Espíritu Santo, que nos va iluminando en todo este camino”. Y muy importante, “siendo flexibles, teniendo siempre una mentalidad de acogida y de flexibilidad”.
No hay que olvidar que “el objetivo del Hogar, su éxito, no reside ni en la economía, ni reside en otros aspectos, solo reside en la persona. La metodología de Cáritas siempre pone a la persona en el centro y todo lo que se hace es alrededor de esa persona. Y esa metodología la imitamos en el centro”.
A día de hoy, tanto Pablo como Laura sonríen cuando hablan de “resultados”. “Estamos muy orgullosos porque tenemos un 70-80% de chicos que con 18 años consiguen trabajo, consiguen vivir independientemente, conseguimos que no se desvinculen del centro, que sean un poco como los hermanos mayores, y todo eso gracias a la infraestructura y a que la Iglesia en Valencia es una Iglesia abierta y acogedora”.