10 May 58 ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, este domingo
Aquellas primeras imágenes en las que hasta el propio Papa Francisco fue víctima de suplantación, alertaban ya del alcance de la penetración de la inteligencia artificial, probablemente la herramienta más revolucionaria de nuestra era. Pero antes de asumir que no hay vuelta atrás, deberíamos hacer un apriorismo en nuestra relación con la IA: no, no lo llamen inteligencia o estaremos aceptando que estamos dotando a esta herramienta de una aptitud totalmente humana. Con motivo un año más de la celebración de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, la Iglesia lanza su reflexión sobre la IA. Afirma el Santo Padre: “No se trata de exigir que las máquinas parezcan humanas sino de despertar al hombre de la hipnosis en su delirio de omnipotencia”.
12 de mayo, solemnidad de la Ascensión del Señor, se celebra la 58º Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. «Inteligencia artificial y sabiduría del corazón: para una comunicación plenamente humana» es el tema que propone el Santo Padre para la Jornada de este año. Por ello ya en enero, en el Mensaje por la Paz, el Papa Francisco ponía todo el esfuerzo en que la sabiduría de la mente humana sepa discernir sobre su uso en la verdad. Su mensaje para la Jornada mundial de las Comunicaciones Sociales deja claves muy relevantes, señalando que “el segundo nivel de inteligencia artificial generativa marca un salto cualitativo que en manos equivocadas podría abrir escenarios adversos, reducción del pluralismo, polarización de la opinión pública o la construcción de un pensamiento único. Como en cualquier ámbito humano, la sola reglamentación no es suficiente. Corresponde al hombre decidir si se convierte en alimento de algoritmos o si alimenta ese corazón sin el cual no creceríamos en sabiduría. Busquemos la Sabiduría que es anterior a todas las cosas (cf. Si 1,4) nos ayudará también a orientar los sistemas de inteligencia artificial a una comunicación plenamente humana”.
El Papa Francisco nos recuerda que “no podemos esperar sabiduría de las máquinas. Aunque el término inteligencia artificial ha suplantado al utilizado en la literatura científica, machine learning el uso mismo de la palabra “inteligencia” es engañoso. No se trata de exigir que las máquinas parezcan humanas sino de despertar al hombre de la hipnosis en la que ha caído debido a su delirio de omnipotencia, creyéndose un sujeto totalmente autónomo y autorreferencial, separado de todo vínculo social y ajeno a su creaturalidad. Según la orientación del corazón, todo lo que está en manos del hombre se convierte en una oportunidad o en un peligro”.
Efectivamente como bien señala el Papa Francisco, el machine learning -cuya traducción literal sería el aprendizaje de la máquina, o aprendizaje automático- ha sido traducido como inteligencia artificial.
Por tanto, como primera lección, deberíamos considerar que estamos de salida aceptando y calificando la IA con un concepto totalmente tergiversado, aceptando que el ser humano está dotando a esta herramienta de una aptitud totalmente humana. Y ante ello, cuanto más trabaja nuestro cerebro más preguntas nos hacemos acerca de las posibilidades infinitesimales de cuánto pueden cambiar nuestras vidas si no tomamos el control de su uso para el bien en lugar de un arma de destrucción masiva de las capacidades, de la inteligencia, del ser humano.
Por su parte, los obispos de la Comisión Episcopal para las Comunicaciones Sociales inciden en poner al ser humano en el centro de la comunicación: “la inteligencia artificial debe de ser liberada de sesgos ideológicos, políticos, de eficiencia económica, que expulsan al ser humano del centro de la actividad de comunicación. El sesgo de humanidad es el único indispensable en una inteligencia artificial socialmente responsable, al servicio de la dignidad del hombre y de nuestro tiempo”.